Contexto AGENCIA UNO | Sopaipilla

Este 10 de julio se celebra en Chile a la sopaipilla, una fecha que rinde homenaje a uno de los platos más queridos por las familias a lo largo del país. Crujientes por fuera, suaves por dentro y elaboradas con zapallo en su versión tradicional, lo que la convierte no solo en sinónimo de sabor casero, sino también de historia y cultura culinaria profundamente arraigada en el corazón chileno.

Aunque su preparación base es sencilla —harina, manteca, zapallo y sal—, lo que realmente transforma este alimento en una experiencia única es su versatilidad. Pero si hay algo que eleva a la sopaipilla más allá de su masa, es su capacidad de adaptarse a todos los gustos y momentos del día. Desde lo más dulce hasta lo más picante, cada acompañamiento cuenta su propia historia y revela la riqueza cultural que envuelve a este clásico chileno.

Estos son los compañamientos para disfrutar una rica sopaipilla

En primer lugar, siempre tendremos el clásico entre los clásicos: el pebre —una mezcla de tomate, cebolla, cilantro, ajo, ají y aceite—, que es el compañero perfecto para una sopaipilla recién frita. Su frescura y picor equilibran el sabor del amasado, el cual podemos encontrar en todos lados, desde el pequeño puesto callejero hasta los más grandes restaurantes del país.

Con mostaza y kétchup, a pesar de ser una simple combinación más urbana, tiene consigo una gran popularidad. Ya sea en una feria o en la esquina de una plaza, este dúo nunca falla, especialmente entre los más jóvenes. Además, la facilidad para poder consumirla, acompañada de un café o una bebida, hace que sea el salvador cuando el hambre ataca.

Con chancho en piedra, una versión más rústica y potente del pebre, preparado en mortero con tomates, ajo y ají molido. Una bomba de sabor para quienes disfrutan lo intenso, especialmente en aquellas jornadas heladas, acompañados del cálido fuego de una estufa recién prendida.

Azúcar flor o chancaca líquida, algo más dulce, hacen que las sopaipillas pasadas sean un ícono en días fríos. La chancaca derretida con cáscara de naranja y canela convierte este acompañamiento en un postre reconfortante. En su versión rápida, espolvoreadas con azúcar flor también son una delicia, algo así como los típicos calzones rotos.

El dúo dinámico de la palta y el tomate hace que esta combinación fresca transforme a la sopaipilla en una especie de «tostada chilena». Ideal para quienes buscan un toque más ligero sin renunciar al sabor, el cual se caracteriza especialmente en las onces de las mesas chilenas.

El genial queso derretido, donde basta con poner una lámina sobre la sopaipilla caliente para que se derrita y dé paso a un bocado irresistible. Si es queso de campo o mantecoso, mejor aún. Y qué mejor que acompañarlo con un café o un té, mientras se tiene una grata conversa con algún ser querido.

Más caseros

Ají casero, picante y de sabor especial. Para los amantes del picante, el ají molido o en pasta entrega ese golpe de calor necesario en una tarde invernal. Recomendado para paladares valientes. Aunque algunos lo prefieren más austero, a otros, los menos intimidantes, les gusta la frescura del picor.

Con mermeladas artesanales —de frambuesa, durazno o mora, un sinfín a elegir— hace que el sabor de la sopaipilla se mezcle con el dulzor de esas preparaciones, logrando encantar a quienes lo prueban y, con esto, generando nuevas expectativas de crear otros tipos, especialmente cuando se compran en ferias tradicionales o a productores locales.

Huevos revueltos, para un desayuno diferente o una sazón criolla. Acompañar la sopaipilla con cebolla y tomate es una opción sabrosa y energética, la cual es simple y abundante. Aunque algunos solo la prefieren con el primer ingrediente, muchos buscan una nueva forma de sabor al paladar, pero como dicen, la imaginación es el límite.

No podía faltar el acompañamiento que la sopaipilla realiza en uno de los platos más queridos y que claramente tiene su origen en la localidad de El Peral, en Los Ángeles: la pollona. Con pollo, longaniza, papas fritas y otras carnes, la sopaipilla debe estar sí o sí a un costado del plato, para poder sumergirla en el caldo y ser parte de este suculento platillo tradicional.

Desde ferias hasta fondas, desde el hogar hasta los cafés más modernos, la sopaipilla sigue viva en el imaginario popular chileno. Este 10 de julio, sin importar el clima, la invitación es a celebrarla con alguno —o todos— estos acompañamientos que nos conectan con el sabor de nuestras raíces.

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