Una noche que fue eterna y que claramente pocos vivieron para poder contarla, un hecho que marcó el antes y después en el transporte de este tipo, y las medidas de seguridad que cambiaron bruscamente.

El 10 de abril de 1912, desde el puerto de Southampton, Inglaterra, zarpó el trasatlántico británico RMS Titanic, con 2.224 pasajeros a bordo, el cual era el barco más grande y lujoso del mundo para esa época, lo cual fue un hecho de gran celebración.

Pero todo cambiaría días después, ya que el 14 de abril del mismo año, mientras este gran barco navegaba por una noche tranquila sin oleaje pero cuya condición de visualización era muy débil, lo cual ponía gravemente en complicaciones ante la presencia de algún iceberg.

Fue ahí durante esa noche cuando faltaba poco para la medianoche que se encontraban en lo alto vieron a lo lejos una gran masa de hielo que se acercaba rápidamente y preocupados dieron la alarma con la finalidad de poder responder rápidamente.

A 600 metros de la proa, William Murdoch, primer oficial del barco y que se encontraba de guardia en ese momento, luego de que el capitán Smith terminara su trabajo y turno y se retirara a descansar, giró el timón con gran fuerza, pero era poco lo que podría hacer.

Incluso se había dado la orden de que la maquinaria girara en dirección contraria con la finalidad de que el gran tonelaje del barco disminuyera su velocidad, pero esto no fue posible ya que la velocidad era continua.

A pesar de que las maniobras para evitar la colisión no lograron su cometido, y fue así que el choque entre el casco y la parte sumergida del iceberg generó una apertura de seis brechas en la placa de estribor, lo que hizo que el barco lentamente comenzara a llenarse de agua y sucedieran lo que hasta hoy conocemos.

Durante casi dos horas y media, el barco se fue hundiendo gradualmente por su sección de proa, mientras la popa se elevaba. Durante ese tiempo, varios cientos de pasajeros y tripulantes fueron evacuados en los botes salvavidas, de los cuales casi ninguno fue ocupado hasta su máxima capacidad, hecho que fue criticado posteriormente.

Más tarde, a eso de las 02:17 del 15 de abril, el barco se partió en dos y se hundió con cientos de personas todavía a bordo, quienes quedaron atrapadas o fueron succionadas por la fuerza que ejerció el hundimiento. Lamentablemente, la tragedia no terminó ahí, ya que la mayoría de los que quedaron flotando en la superficie fallecieron de hipotermia, aunque algunos consiguieron ser rescatados por los botes salvavidas.

Finalmente, según los reportes, fueron 712 supervivientes que fueron recogidos por el transatlántico RMS Carpathia, quien a pesar de ir a máxima velocidad, logró llegar a eso de las 04:00 de la madrugada, y se pudo con el tiempo corroborar que 1.496 personas fallecieron.

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