“Va a querer las buenas hierbas… las buenas hierbas”, es un grito que muchos angelinos pueden reconocer. Un vestigio de cómo era el día a día hace más de 3 décadas por las calles de la ciudad.
Se trata de una de las típicas frases que día a día eran gritadas por “El Yerbatero”, uno de esos personajes entrañables que se resistían al paso del tiempo.
Romilio Antonio Valdebenito Ortega, fue hasta principios de la década de los 90, un famoso y querido personaje que animaba la rutina del pueblo angelino.
TAMBIÉN TE PUEDE INTERESAR
- Los Ángeles: 156 años han pasado y la capilla San Sebastián se mantiene firme y ‘oculta’
- Las cuatro estatuas de en la Plaza de Armas de Los Ángeles y el misterio de su origen
- Los Ángeles: descuido de sujetos en el sector sur de la ciudad permitió recuperar auto robado
El famoso Yerbatero nació un 2 de julio de 1933 en la localidad de Santa Fé, siendo el mayor de una familia que tenía 13 hermanos.
De muy joven, pudo diferenciar y desarrollar el conocimiento para saber el tipo y propiedades de las plantas que recolectaba en donde vivía o en sus largos paseos, logrando establecer las propiedades de cada una.
Con el tiempo, este gusto por la medicina natural se convirtió en su fuente de ingresos. Recorría las calles angelinas a pie y su fuerte vez se escuchaba ofreciendo sus productos. Además, siempre iba con su infaltable sombrero para cubrirse del sol.
Quienes lo conocieron, concuerdan en que era una persona humilde, muy respetuosa y amable, siempre con una sonrisa. Las conversaciones mientras ofrecía sus hierbas en el canasto de mimbre, siempre fluían.
Lamentablemente, un 6 de junio de 1992, el querido ‘Yerbatero’ falleció en un accidente carretero. De acuerdo a la prensa oficial de ese entonces, fue atropellado en la Ruta Q-180 por un camión. Era una jornada lluviosa e iba caminando en sentido contrario a la carretera.
Al conocerse la noticia, sus amigos y cercanos de la población Domingo Contreras Gómez realizaron gestiones para reunir dinero y así comprarle una urna. Sin duda un triste momento para la ciudad, que día a día escuchaba sus ofrecimientos de yerbas para el corazón, dolores de estómago y mucho más.
“Va querer las buenas hierbas, las buenas hierbas, le llevo la zarzaparrilla, el pichi y el culén”, “le llevo la hierba del barraco, la del pichi para los chiquillos meones», serán algunos de los gritos que perdurarán para siempre en la ciudad.
Síguenos en nuestras redes sociales: Facebook, Instagram, Twitter