¿Podemos en Chile hacer una elección virtual?
La situación de pandemia que vive nuestro país ha hecho que algunos sugieran que el plebiscito de este fin de semana debiera llevarse a cabo de manera electrónica. De ese modo se aseguraría la participación ciudadana y se protegería la salud de las personas. Se trata de un debate que se ha dado en diferentes países, en los que, además de buscar una mayor participación y simplicidad del proceso, se ha centrado también en aspectos vinculados a la seguridad, confidencialidad, integridad y disponibilidad del servicio y sus datos.
Son múltiples los factores a tomar en cuenta para decidir llevar nuestro acto cívico al mundo digital. El primero de ellos consiste en asegurar la identificación del votante, aspecto bastante desafiante debido a la dificultad de dar una identidad a cada persona que se conecta a Internet. Sin embargo, los sistemas biométricos permiten identificar el rostro, la huella dactilar, realizar scanner de retina o iris, etc. Aunque para aquello se requiere que los votantes utilicen dispositivos de mayor complejidad y por ende de un mayor costo.
La tecnología también ofrece herramientas que entregan certeza para que los datos (votos) almacenados en los sistemas sean fiables y correspondan a la realidad. Sin embargo, para evitar el riesgo de adulteración debe existir “testigos digitales”, con cierto nivel de acceso compartido a la información almacenada en muchos nodos; una suerte de múltiples copias privadas y distribuidas para que su adulteración no sea simple. De ese modo podrían garantizar la integridad del voto emitido, manteniendo al mismo tiempo la confidencialidad.
Además el organismo organizador debe proporcionar a entes externos y especializados, el acceso al software y hardware utilizado para que sea auditado y de esta manera se compruebe su funcionamiento y la veracidad del recuento final. Esto aseguraría la transparencia de los resultados.
Sin embargo, todo lo anterior es solo la punta del iceberg, ya que la implementación de un formato de votación de este tipo, requiere de los más altos estándares de ciberseguridad, que aseguren que la plataforma se mantendrá operativa ante cualquier amenaza o evento que pueda afectarle. Eso incluye factores como fallas de energía eléctrica, comunicaciones, acceso y, por su puesto, intentos de vulneraciones y ciberataques.
Si se toman en cuenta estos aspectos técnicos, un plebiscito en línea podría llevarse a cabo; sin embargo, es necesario considerar otras aristas que han llevado a la mayoría de los países a mantener sistemas de votación presencial. Por ello es necesario revisar también las experiencias de países que han avanzado y retrocedido, realizado ajustes y mejoras a sus sistemas de voto en línea.
Entre esas aristas aparece la brecha tecnológica que quedó develada con la pandemia. Esto, porque durante estos meses hemos confirmado que no todas las personas cuentan con educación digital y muchos no poseen los medios para participar de un evento así.
Sin embargo, el aspecto más importante pasa por el nivel de credibilidad en el sistema. Pese a tratarse de un acto en línea, incorpora uso de tecnologías que siempre están sujetas al error o manejo poco prudente por parte de las personas. Esto se convierte en punto central, especialmente considerando los bajos niveles de confianza que existen en nuestra sociedad.
David Alfaro – Gerente General Arkavia Networks