El Presidente de la República, Sebastián Piñera, salió la mañana de este lunes a asegurar que nunca ha subestimado la pandemia.
Esto porque desde diversos sectores políticos y de la opinión pública, acusan un exagerado «exitismo» del Gobierno por el proceso de vacunación contra el Covid.
Más allá de lo que diga el Ejecutivo, está resultando muy desagradable que el Ministro de Salud, Enrique Paris, se jacte de la labor realizada. No es correcto, porque no se puede hablar de manera victoriosa en un país que a diario tiene más de 7 mil nuevos contagios.
Lo que no entiende el señor Ministro, es que su discurso no cae bien, porque si bien nadie desconoce que la cifra de vacunados está por sobre las expectativas de Latinoamérica, las acciones para enfrentar el virus, en la práctica, funcionan cada vez peor. Y ojo, no es sólo la gente la que se está relajando.
Como si fuera poco, muchas de las acciones implementadas en las últimas semanas, se han debido revertir porque son imposibles de aplicar a la realidad de la gente.
Lo más extraño es que todas estas determinaciones surgen después de reuniones con expertos y amplias mesas de trabajo. Pero no. No funcionan. Claramente, alguien no está viendo la realidad.
En tanto, las medidas vigentes llegan a ser indolentes. Mientras se anuncian cuarentena en las ciudades, no se avanza con celeridad y realidad en el apoyo a los afectados.
Sin ir más lejos, la ciudad de Los Ángeles, en el Biobío, actualmente lleva 7 semanas en cuarentena. Lejos de haber alguna remota mejora, todo empeora cada vez más.
Solo a modo de ejemplo, no se puede hablar de éxito del Minsal, mientras:
- Las fiscalizaciones son cada vez más débiles.
- Se anuncian medidas que son inaplicables.
- Elaboran instructivos con determinaciones absurdas (anticonceptivos con receta, hoteles sanitarios, entre otros).
- Los hospitales sigan al borde del colapso.
- Los casos sigan aumentando y los fallecidos también.
Hay muchos más puntos que se podrían mencionar, un largo etcétera, pero improvisar o decidir planes para la población que en su mayoría tiene ingresos muy por debajo que cualquier político del país, dista mucho de lo que se espera de nuestros líderes. No se percibe la empatía.
Finalmente, si bien es cierto que los medios internacionales, de vez en cuando, sacan titulares rimbombantes a favor o en contra de nuestras autoridades, lo único claro es que más que hablar o defenderse de la crítica, hay que actuar.
No hay éxito ministro. No lo hay. Y lo peor es sacar conclusiones apresuradas cuando la pandemia aun no ha terminado.