Ha pasado más de un año y medio, mi estimada/o lector/a, en que no tenía el privilegio de que usted me regalara un par de minutos para leer la sencilla opinión de este simple ciudadano. Debido al contexto en el que nos desenvolvemos, quise compartir este humilde punto de vista. Así que, vaya por un café, un cigarrillo y espero que le guste.
Es sabido por todos, que estos meses han sido turbulentos y muy agitados social y políticamente.
Por un lado, esto ha sido un despertar de una generación dormida, la generación del “No estoy ni ahí”, la que por fin ha tomado interés (Irónicamente incentivado por la generación 2000) por lo que pasa en nuestro país y cuál es la dirección que todos, en conjunto, queremos tomar.
Pero también, lamentablemente ha significado el despertar de políticos que intentan sacar dividendos con la división, la polarización y el resentimiento válido de ciertas capas de la sociedad, de los históricamente excluidos. Se encuentran como carroñas para poder sacar dividendos políticos de ello. Tontitos que fomentan la recalcitrante idea de que en política se es blanco o negro, y que aquel que no piensa como tú es un enemigo. Asqueroso, patético y Neanderthal.
Se aprovechan de las buenas intenciones de las personas y por sobre todo, de su nula preparación en educación cívica.
Es por ello que es paradójico, que en este despertar democrático, se estén viviendo tantas situaciones de violencia física y verbal por motivos políticos e ideológicos.
En todo caso no es algo nuevo, en muchos otros países ha pasado y fuimos advertidos de este tipo de casos. De hecho, el mismo Sir Winston Churchill en algún momento lo manifestó abiertamente en el parlamento “Porque los fascistas de hoy, se disfrazarán de antifascistas mañana”.
Es por eso que todos debemos estar alertas y detener en seco todas las conductas anti democráticas que veamos a nuestro alrededor, de frenar todos los actos violentos que no necesariamente se manifiestan en golpes, sino que con amenazas, palabras, burlas, ridiculización e incluso exclusión social.
No podemos, no debemos dar cabida a ese tipo de conductas. Es un llamado republicano en el cual todos tenemos la obligación moral de responder.
Porque ahí está la gracia de la democracia, que nadie tiene una verdad absoluta. Porque cada idea, credo y pensamiento está predeterminado por las vivencias personales que cada quién tuvo que vivir. Es por eso que cada idea debe tener un profundo respeto, porque vienen de lo profundo del alma.
Toda crisis es una oportunidad para crecer, pero eso sólo lo lograremos cuando demos cabida a todos aquellos que de buena voluntad levantan su voz, su opinión y sus ganas de poder aportar. Hoy se necesitan todas las ideas y visiones para levantar nuestra nación, para poder volver a surgir y emprender. Para poder sortear esta época de crisis política, social, económica y moral.
Hoy, hombres y mujeres, libres y soberanos, sin importar credos, raza o ideologías, no podemos permitir bajo ninguna circunstancia, que las ideas extremas apaguen ese fuego democrático que tanto tiempo costó recobrar. La libertad de pensamiento, la libertad de expresarla a viva voz, es el don más sagrado que uno pueda tener.
¿Cuántos querrán opinar y aportar pero por miedo a represalias callan? ¿En qué clase de país nos queremos convertir? ¿Acaso ya se nos olvidaron todos aquellos que a lo largo de la historia derramaron su propia sangre para que podamos vivir en libertad?
Hoy necesitamos de todos, para poder ser un Chile cada vez más libre y soberano. Una nación que con toda su riqueza material, social y multicultural pueda seguir siendo el faro que iluminó con esperanza a Latinoamérica entera, de que si es posible vencer al subdesarrollo, y por sobre todo, a la inmoralidad tiránica que significa la violencia política, la pobreza y la exclusión.
¡Todos somos hijos de una misma tierra!
¡Porque Chile, es una mesa para todos!