Estamos de acuerdo, en tiempos modernos, la democracia a pesar de todos sus defectos, pareciera ser un sistema adecuado para constituir gobierno. Sin embargo, como todo acto público, su mayor o menor éxito, se ubicará en las formas de administración que sobre ella se ejerza.

Recuerdo la Reforma más sustancial que tuvo la Constitución del 25, Carta Magna anterior a la actual, llevada a cabo en 1971, con motivo del Presidente Allende. En esa ocasión la Democracia Cristiana, con un candor que le ha caracterizado toda su vida política-pública, dispone el apoyo al candidato marxista previo una profunda Reforma a la Constitución que reafirmaba la libertad educacional, sindical, en las comunicaciones, en fin, en todo. Sin embargo, 33 meses después, votaba favorablemente aquel acuerdo del Congreso que declaraba 14 actos inconstitucionales de ese mismo gobierno. ¿Es que se modificó la constitución?. Claro que no, solo que se  había conducido, administrado, en tal forma que de nada sirvió haber “hecho los esfuerzos” por enderezar dicho gobierno. Había fracasado rotundamente la democracia.

18 meses antes del estallido que proclama que todo está malo, la democracia había instalado nuevo gobierno, nuevo parlamento, nuevo todo. Hoy dichos actores políticos, tienen temor a que los “funen” y por eso no se asoman a la calle. A ese punto hemos llegado.

Hoy, las cosas no son tan distintas. Un “estallido”, no previsto por nadie, provoca un conflicto que es necesario acallar y para eso nada mejor que echar mano a la Constitución.

Hemos dicho que en América Latina, lo menos seguro son las constituciones. Una ley simple, tiene más vigencia que una Constitución. Esa es la verdad.

En este caso, un nuevo fracaso de la democracia. 18 meses antes del estallido que proclama que todo está malo, la democracia había instalado nuevo gobierno, nuevo parlamento, nuevo todo. Hoy dichos actores políticos, tienen temor a que los “funen” y por eso no se asoman a la calle. A ese punto hemos llegado. El “no mas abusos”,  triunfaba ampliamente. ¿Era un acto democrático?. Desde la perspectiva popular, si. Pero desde el Estado de Derecho, no. Entonces estábamos concibiendo la democracia solo si ella se manifestaba en el Estado de Derecho, que por lo demás, la misma democracia lo había establecido. ¿Y que ha ocurrido entonces?

Heraldo Muñoz, en representación de la antigua Concertación, aprovechando este montón de dudas que ha surgido en todo, emite una declaración que termina por demoler la democracia hasta sus cimientos: “Si en el plebiscito triunfa el no, el caos y la violencia será superior a todo lo ocurrido”. Tal cuestión, margina de una plumada cualquier manifestación popular, el acto de votar, es una manifestación del pueblo, es popular, participativa, informada. No sirve. Así de simple.

Entonces ¿por qué, respondiendo el llamado de Piñera, por esta consulta popular, firmó tal compromiso? Una sola respuesta, el Estado de Derecho, no puede manipularse y el triunfo No, representa tal Estado, el orden, la administración eficiente, transparente y oportuna, protege la Imaginación Creadora de sus habitantes, Chile crece.

Queda una duda, ¿Por qué Piñera, ante tal declaración “no le paró el carro” inmediatamente? Bueno, el Presidente nos tiene repleto de dudas.