A comienzos del siglo XX, la vida de los sectores más pobres en Chile y en Los Ángeles estaba marcada por la miseria, la promiscuidad y la mala alimentación. Lo que derivaba en una alta mortalidad infantil. Esta dura realidad impulsó un cambio de enfoque en la medicina, que dejó de ser solo curativa para transformarse en social. Poniendo énfasis en la prevención y en una mejor nutrición de la población.
Fue tanto este oscuro panorama, que en 1905, el costo elevado de la carne derivó en la llamada “Huelga de la carne”, que desencadenó protestas y hechos violentos en todo el país. Ya para 1920, los bajos salarios y la crisis económica llevaron a la creación de la Asamblea Obrera de Alimentación Nacional (AOAN), que organizó los llamados “Mítines del Hambre”. Ante la presión social, el Estado comenzó a promover una dieta basada en alimentos de origen animal, situando a la leche como pilar fundamental para la alimentación popular.
En este contexto, un grupo visionario de agricultores de la zona fundó el 6 de mayo de 1929 la primera planta de industrialización de leche del país: la Cooperativa Agrícola y Lechera Biobío Ltda., (Bioleche). La instalación se levantó en calle Villagrán de Los Ángeles y fue posible gracias al financiamiento de la Caja Nacional de Ahorros y el Banco de Chile, por un costo de $70.000 de la época, según cuenta el connotado historiador José «Pepe» Riquelme.
El proyecto contó con el aporte del técnico suizo Guillermo Fahrner, experto en la fabricación de quesos y mantequillas, quien diseñó los planos, levantó el edificio e instaló la maquinaria traída desde Europa. Entre los fundadores destacaron figuras como Darío Barrueto Molinet, Federico Rettig, Antonio Pavón Ruíz, Ernesto Yunge y Pablo Nemoroso Barrueto. Hombres de campo que pusieron en marcha la producción lechera organizada en la provincia.
Nueva empresa en Los Ángeles
En 1936, Bioleche inició la venta directa de leche y mantequilla en Los Ángeles. El primer reparto fue realizado en carretilla por Isidoro Vera Pastén, un joven operario que más tarde se transformaría en símbolo de la cooperativa. Sin embargo, la leche fresca era escasa y cara, lo que llevó al Estado a impulsar paralelamente la producción de leche condensada.
Ante esta nueva situación, se vió la necesidad de aumentar el trabajo significativo en la zona y tener una industria más enfocada en este rubro. Ante esto, en 1938 se inauguró en Los Ángeles la planta de CHIPRODAL, que años más tarde pasaría a ser parte de Nestlé. Que incluso provocó la instalación de una línea de micros y la creación de poblaciones.
La modernización de la distribución llegó en la década de 1950 con el “Coloso”, un carretón lechero de cuatro ruedas y tirado por caballos, que cargaba 3.000 litros de leche en un estanque de acero inoxidable. Su conductor debía contar con autorización municipal, exámenes médicos y uniforme reglamentario. El sonido de su pito anunciaba su llegada puntual a los barrios angelinos hasta mediados de la década de 1970.
La Bioleche
Bioleche se consolidó como un símbolo de la producción local y de la organización campesina. Su historia quedó plasmada en el discurso pronunciado en su 50º aniversario, el 13 de agosto de 1979. Por su entonces gerente general, Raúl Escárate Urra (1969-1981), quien destacó el esfuerzo y la fe de los agricultores que dieron vida a la cooperativa.
Hoy, aunque Bioleche ya no existe, su legado forma parte de la identidad de Los Ángeles y de la memoria colectiva de la provincia. La historia de sus fundadores, del carretón lechero y de los hombres de campo que viajaban entre barro y polvo para llevar la leche al pueblo, sigue siendo un testimonio del esfuerzo que marcó a generaciones angelinas.
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