Incendio Los Ángeles

Una nube espesa de humo cubría el cielo angelino aquella calurosa tarde de marzo en 1982. Eran pasadas las 14:00 horas cuando el mayor campamento de la provincia del Biobío, conocido como «En Tránsito», comenzó a arder ferozmente. En tan solo 40 minutos, las llamas devoraron más de 330 viviendas y dejaron a más de dos mil personas sin hogar. Increíblemente, no se registraron víctimas fatales. 

El incendio, que sería recordado como el más devastador en la historia moderna de la ciudad, evidenció la precariedad en la que vivían miles de familias. Con estructuras de madera y cartón, sin acceso a servicios básicos y con un riesgo permanente latente. El campamento, que se había formado en 1973 como una toma de terreno por parte de familias rurales, llegó a albergar a cerca de 10 mil personas en condiciones de extrema vulnerabilidad. 

Cuando comenzó la emergencia, los cinco cuerpos de bomberos de la ciudad acudieron en masa, pero se encontraron con un enemigo imbatible. Un fuego que se propagaba a una velocidad imposible de controlar, avivado por el material inflamable de las viviendas. La cercanía del Estero Quilque fue inútil. Ni la desesperación de las familias ni los esfuerzos de los equipos de emergencia lograron frenar el avance del incendio. 

Explosiones de cilindros de gas, gritos de angustia, cortinas de humo negro, muebles esparcidos por las calles y el sonido constante de sirenas crearon una escena que muchos aún comparan con un campo de guerra. Ambulancias atendían a los heridos mientras maquinaria pesada intentaba crear cortafuegos. La contención total no llegó sino hasta el día siguiente, tras largas horas de batalla contra los rebrotes. 

La causa: Una plancha y un error fatal en “El Tránsito”  

Según el peritaje posterior, el fuego se originó por el sobrecalentamiento de una plancha de carbón que incendió unas cortinas. A su alrededor, todo ardía con facilidad: paredes de madera, techos de cartón, pisos de plástico. El desastre se volvió inevitable. El saldo: 337 viviendas destruidas y más de 2.100 damnificados, en su mayoría niños y adultos mayores. 

Pese a la tragedia, el espíritu de ayuda se encendió con fuerza. Comercios, instituciones y medios de comunicación organizaron campañas para apoyar a los damnificados. Se habilitaron albergues en terrenos municipales y se entregó apoyo con lo poco que había disponible. La administración del alcalde Víctor Pérez Varela gestionó soluciones de emergencia, aunque estas no fueron suficientes. 

El Renacer de una Comunidad 

Fue recién en 1986, cuatro años después del incendio, cuando comenzaron a llegar las primeras soluciones habitacionales. Así nacieron poblaciones como «Pedro de Córdova y Figueroa» (hoy Santiago Bueras), «Lagos de Chile» (apodada «Los Quemados») y, más tarde, «Escritores de Chile» en el sector de Paillihue. En 2001, se concretó la reubicación final de los últimos habitantes del antiguo campamento, cerrando una historia de lucha, pérdida y resiliencia. 

Donde alguna vez hubo hacinamiento, pobreza y dolor, hoy se levantan barrios consolidados. Sobre el terreno que albergó al campamento «En Tránsito» se encuentra actualmente la Villa Balmaceda, símbolo del renacer tras la catástrofe, que bajo sus tierras guarda una historia de lo que alguna vez ocurrió.  

Casi medio siglo ha pasado desde aquel día, pero el recuerdo sigue intacto en la memoria colectiva de Los Ángeles. Los niños que vieron arder su mundo hoy son adultos, muchos convertidos en profesionales, padres, líderes de comunidad. El incendio no solo destruyó un campamento, sino que empujó a la ciudad a enfrentar una deuda histórica: la del derecho a una vivienda digna. 

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