Durante años, la preocupación por los desastres naturales en Chile ha estado centrada en terremotos, marejadas e inundaciones. Sin embargo, un fenómeno asociado al viento comenzó ya a ganar terreno en el sur del país: los tornados, los cuales han estado presente con mucha más cercanía, como en Los Ángeles.
La capital provincial del Biobío y otras comunas de la región, ya han experimentado los efectos de este tipo de eventos extremos. Aunque históricamente considerados inusuales, los tornados y trombas marinas se están reportando con mayor frecuencia en los últimos años, lo que genera inquietud entre las autoridades y expertos meteorológicos.
Un caso reciente que encendió las alarmas fue el del domingo 25 de mayo en Puerto Varas, Región de Los Lagos. A las 15:30 horas, un tornado causó severos daños estructurales: techos arrancados, vehículos volcados, casetas destruidas y vidrios rotos. Este tipo de escenas, más comunes en países como Estados Unidos, hoy también forman parte del paisaje climático chileno.
Según los registros de la Armada de Chile, entre 1633 y 2020 se han documentado cerca de 50 tornados en el país, teniendo en consideración que anteriormente no existía una manera de datearlos rápidamente. La ciudad de Los Ángeles figura entre las zonas afectadas, junto a comunas como Arauco, Talcahuano, San Carlos y Puerto Montt.
Uno de los episodios más devastadores ocurrió en Concepción en 1934, cuando una tromba marina atravesó el centro de la ciudad, dejando 27 muertos y más de 500 heridos. Más al norte, San Carlos vivió un fenómeno similar en 1981, con la caída de árboles y daños a la infraestructura pública.
Los Ángeles y otras comunas en la mira
La mayoría de estos eventos ocurre entre mayo y agosto, en plena temporada de sistemas frontales. Durante estos meses, las condiciones atmosféricas —marcadas por frentes fríos que entran desde el Pacífico por el Golfo de Arauco— son especialmente propicias para la formación de tornados.
En conversación con medios, el doctor en Ciencias Atmosféricas Raúl Valenzuela, académico de la Universidad Estatal de O’Higgins, explicó que aún no está claro si los tornados están aumentando o si simplemente hay más conciencia y tecnología para registrarlos. “La gente hoy graba y reporta más fenómenos. Pero eso no necesariamente indica que están ocurriendo más”, indicó.
Pese a su baja frecuencia, los tornados pueden tener un impacto devastador. Por eso, investigadores como José Vicencio de la Dirección Meteorológica de Chile y Roberto Rondanelli del Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia (CR2). Lo que han alertado sobre la necesidad de mejorar los sistemas de monitoreo. Chile, aseguran, no cuenta con radares Doppler, esenciales para detectar estos eventos a tiempo.
Estudio del 2019
El estudio publicado por ambos en 2019 sobre una oleada de tornados en el centro-sur de Chile. Lo que a diferencia de Estados Unidos, donde los tornados se presentan en primavera y verano. En Chile son fenómenos de estación fría, comparables con los de Australia en otoño-invierno. Aunque no existe una barrera natural que impida la ocurrencia de tornados en ciudades como Concepción, Valparaíso, Santiago o incluso Los Ángeles, la capacidad de reacción sigue siendo limitada.
“Estamos mal preparados”, advierte Valenzuela. “Con un sistema de alertas basado solo en estaciones meteorológicas, los avisos serán tardíos o inexactos. Necesitamos equipamiento adecuado y mayor inversión en investigación”. Más aún, cuando estos fenómenos ocurren de forma rápida y solamente las fuertes rachas de viento hacen notas la presencia de lo que se viene.
A medida que el cambio climático altera los patrones atmosféricos, la ciudad de Los Ángeles y el resto del sur de Chile deberán acostumbrarse a la idea de que los tornados ya no son una rareza. Sino una amenaza real que requiere vigilancia y preparación, más aún, cuando se vuelven cada vez más comunes en la zona.
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