Historia en Los Ángeles

Ubicado en el área comercial de la comuna de Los Ángeles, existe un local que tiene una historia de casi 75 años, y cuya dueña sigue atendiendo con su simpática sonrisa a quienes pasan a comprar, siendo así un ícono del comercio histórico y un patrimonio vivo.

Se trata de la señora Ignacia Mundaca Flores, de 94 años, una mujer nacida y criada en nuestra zona. Quien ha logrado mantenerse a pesar de las décadas, fuerte y con una imagen dispuesta a ayudar. Pero dentro de su historia, es la que se enmarca en la calle Almagro, muy cerca de Tucapel. Donde no solo se ha consagrado como la comerciante más longeva, sino que es muy querida por quienes la conocen o visitan.

Un local con historia

«El local se llama en sí San Francisco, aunque no le he puesto el letrero del nombre, este local lo abrió mi esposo en vida en el año 1952, más o menos», señaló. Mostrando una simpatía única que la ha caracterizado, y que incluso aún posee la primera pesa con la cual utilizaba para poder pesar la cantidad exacta de los productos que ella vendía.

Durante las décadas de estos años, la señora Ignacia lamentó la situación comercial. «Cada día la cosa está peor, las ventas han bajado un poco y a veces a casi nada, la gente a veces no tiene plata y hay mucha competencia». Agregando que Los Ángeles ha cambiado mucho, en temas para bien como para mal, pero sí, ha sido bastante cómo todo ha avanzado para ella.

La edificación donde se encuentra este establecimiento también tiene una larga data, según explicó. Ya que «esta se construyó en 1930 después del terremoto, en un principio todo era de ladrillo pegado con barro, y después se remodeló». Incluso ella posee su hogar detrás del local, lo que le ha facilitado, a pesar de usar un burrito de apoyo, seguir detrás del mesón.

Su hijo, quien la apoya constantemente, comentó que en un principio vendían ropa y zapatos usados, y que con el tiempo puso oficialmente una zapatería y almacén. Pero siempre manteniendo el mismo nombre y ubicación, llegando actualmente a la venta de plásticos y diferentes productos, que poco a poco ha intentado consolidar.

Siempre trabajando en Los Ángeles

Sobre su vida, la comerciante comentó que «todos los días he abierto, no he tenido nunca vacaciones, nunca he cerrado. Salvo cuando falleció mi marido», relató. «El único día que no abro es el domingo, por razones lógicas, y el sábado hasta las tres de la tarde, antes abría todo el día», agregó. «Tengo tres hijos mayores, que tienen familia y todo. Pero un cuarto fallecido, cuando él tenía solo seis años, hubo un accidente y lamentablemente falleció», señaló con tristeza.

Finalmente, la empresaria indicó que en sí existe un amor y cariño por quienes la conocen, diciéndole con mucho respeto «La abuelita«. «Ahí está la abuelita, todos me saludan, es lo bonito y lo que me llena de emoción y todo. Porque igual hoy en día la educación se ha perdido, pero aun así me gusta que hagan eso».

Finalmente, envió un mensaje a la comunidad de Los Ángeles, especialmente a quienes comienzan y están haciendo una idea comercial. «Que trabajen firme nomás, cumpliendo bien con sus cosas, con los papeles. Todo bien armado y así poder salir adelante y así lograr lo que les gusta hacer o piensan», cerró.

Esta es una historia real, de cómo el esfuerzo y la humildad han logrado por décadas la permanencia de uno de los locales más antiguos de la ciudad. Sumado a quién atiende y está detrás del mostrador, es considerada como un patrimonio vivo, el cual debemos escuchar, cuidar y respetar siempre.

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