Un esperado recital en la comuna de Los Ángeles, no termino como muchos quería, donde incluso dejó daños estructurales y una imagen que muy difícil sería olvidado para Los Prisioneros.
Lo que prometía ser un concierto inolvidable terminó en una noche de disturbios y destrucción en la capital provincial de Biobío, específicamente el 15 de abril del año 1987.
La esperada presentación de Los Prisioneros, banda que ya había conquistado los corazones de una generación con sus letras contestatarias y un estilo desafiante, se transformó en un caos que dejó daños materiales y un mal sabor entre los asistentes.
La noche comenzó con un clima adverso: lluvia persistente y bajas temperaturas, condiciones que complicaron el montaje del escenario en el estadio municipal de Los Ángeles. El grupo, compuesto por Jorge González, Claudio Narea y Miguel Tapia, subió al escenario tras una larga espera bajo la llovizna. Los equipos mojados y un sistema de sonido insuficiente marcaron el inicio de los problemas.
La frustración de los asistentes, quienes pagaron 300 pesos de la época por su entrada, aumentó cuando la visibilidad desde las graderías resultó insuficiente. Muchos no podían ver a la banda, y el sonido llegaba de manera deficiente. A medida que avanzaba la presentación, la paciencia del público se agotaba.
Entre cada canción, la banda se veía obligada a detenerse para secar los equipos, lo que solo incrementó el malestar de la multitud que solo querían pasarla bien. Finalmente, un grupo de fanáticos rompió la seguridad, invadió la cancha y corrió hacia el escenario, según cuenta Comunidad de Los Ángeles, historia y identidad.
Los vidrios de las casetas de transmisión se destruyó por parte de los asistentes a punta de piedrazos, y parte de la publicidad estática terminó dañada.
La irá siguió hacia el centro de Los Ángeles por Los Prisioneros
La rabia no se quedó en el estadio, ya que un grupo de asistentes trasladó su enojo hasta la Schopería Sahara, en pleno centro de la ciudad, uno de los patrocinadores del evento. Los ventanales del local fueron apedreados, sumándose a la ola de violencia que marcó el final de la fallida presentación.
Cerca de la medianoche, la situación se calmó y la ciudad volvió a la normalidad. Jorge González, líder de Los Prisioneros, pidió disculpas al público de Los Ángeles, calificando la experiencia como la peor presentación de su carrera. Aunque reconoció la frustración del público, atribuyó los problemas a la mala producción del evento, y admitió que la banda quedó en deuda con la ciudad.
A pesar de este episodio, la historia de Los Prisioneros continuaría su ascenso, convirtiéndolos en una de las bandas más influyentes de la música chilena, pero la noche del 15 de abril de 1987 quedará en la memoria de Los Ángeles como un ejemplo de cómo todo puede salir mal en un concierto.
La banda, temiendo por su seguridad, finalizó abruptamente su presentación y escapó en el vehículo que los transportaba. Posteriormente, Carabineros intervino para controlar la situación, pero la turba enfurecida ya había comenzado a destrozar las instalaciones del estadio.
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