Un violento incendio destruyó en el 2007, al ex internado Darío Barrueto Moliner, ubicado a unos cuantos kilómetros al norte de Los Ángeles, el cual hizo cambiar la forma de educación en la ciudad.
A17 años del incendio que destruyó gran parte del histórico colegio agrícola, y que hoy ha sido convertido en una bodega, la memoria de aquel fatídico día sigue viva entre quienes presenciaron la tragedia.

Un recuerdo que sigue latente
Fernando Morales, encargado actual del recinto Huaqui y con 44 años de experiencia en el ámbito educativo, recuerda con claridad los detalles del siniestro que marcó el fin de una era para esta institución emblemática.
“Este fue uno de los colegios agrícolas más destacados de la región,” comenta Morales, quien lleva 14 años trabajando en el ex internado. “El colegio se autoabastecía, albergaba a más de 400 alumnos, y formaba profesionales en el área de la agricultura. Lamentablemente, en 2007 un incendio destruyó más del 80% del colegio.»
El incendio, que se originó por el recalentamiento de una estufa a leña tras una fuerte nevazón, consumió rápidamente el edificio de madera nativa, dejando en ruinas las oficinas, salas de clases, bodegas y otros espacios clave del Darío Barrueto Moliner.
Morales recuerda que, aunque la evacuación se realizó a tiempo y no hubo lesionados, el impacto emocional fue profundo. “Los alumnos, que pasaban la mayor parte de la semana en el internado, solo pudieron observar desde una distancia segura cómo se quemaba lo que consideraban su casa”.


Dificultades para el combate de aquel incendio
En esa época, el comandante del Cuerpo de Bomberos de Los Ángeles, Carlos Aguayo, describió la magnitud del siniestro y los esfuerzos realizados por las siete compañías locales, apoyadas por unidades de Mulchén, Laja, Yumbel, Cabrero y Monte Águila, para contener el fuego.
A pesar de los recursos destinados, la falta de agua y la naturaleza del material constructivo dificultaron la tarea, dejando como resultado solo escombros donde antes se levantaban aulas, una biblioteca, un comedor y otras dependencias.
En los días posteriores al incendio, las autoridades locales, incluyendo al entonces alcalde Joel Rosales y el Gobernador Provincial Esteban Krause, anunciaron la destinación de fondos extraordinarios para la reposición del edificio.
Sin embargo, el proceso de reconstrucción fue largo, y aunque se realizaron esfuerzos para recuperar parte del recinto, hoy solo queda un salón construido por el DAEM, utilizado para reuniones municipales y actividades del área de salud.
El recuerdo de aquel trágico evento sigue presente en la comunidad, especialmente entre aquellos que vivieron el impacto directo de la destrucción del colegio. “Ahora vivimos parte del recuerdo,” concluye Morales,.
Reflejando la nostalgia y la resignación ante la pérdida de un espacio que fue, durante décadas, un pilar de la educación agrícola en la región, con la destrucción del ex internado Darío Barrueto Moliner.



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