¿Haz visto alguna vez las estatuas de la Plaza de Armas de Los Ángeles? Estas imponentes obras de arte están cargadas de un significado y también del misterio de su origen.

Cada vez que se visita el principal punto céntrico de Los Ángeles, se pueden apreciar cuatro estatuas de color blanco con figuras femeninas, las cuales están emplazadas en las cuatro esquinas: Colón con Caupolicán, Colón con Lautaro, Lautaro con Valdivia y Valdivia con Caupolicán.

Estos temas han sido abordados en los libros «51 años, Lugares de Los Ángeles» de Juvenal Rivera, publicado en el año 2017, y «Recorriendo Nuestra Historia» de Luis Enrique Garretón, publicado en el año 2016. Estas obras, entre otras cosas, profundizan en el origen y el simbolismo de estas estatuas.

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Muchos han comentado acerca de su procedencia e incluso han dado sus hipótesis, pero la realidad es que el origen de estas estatuas está relacionado con las cuatro estaciones del año: verano, otoño, invierno y primavera.

¿Quién hizo las estatuas de la Plaza de Armas?

Hechas de mármol, no hay una evidencia certera de su lugar de creación ni del artista que las construyó. Según se cuenta en la historia, fueron traídas desde Perú al finalizar la Guerra del Pacífico. Se ha hablado de que son trofeos de guerra, pero los historiadores locales en Perú indican que no es así. Hasta la fecha no se ha logrado confirmar este hecho.

Las estatuas, que tienen una altura de aproximadamente 2.10 metros, fueron traídas a nuestra ciudad desde Santiago a mediados de la década de 1920. Esto ocurrió como parte de una remodelación de la Plaza de Armas, una de muchas que ha tenido a lo largo del tiempo.

El traslado fue posible principalmente gracias a don Marcos Rebolledo, un sacerdote de la alta sociedad, quien al fallecer donó una parte de su fortuna con la intención de que en Los Ángeles existiera un paseo que llevara su nombre, aunque eso nunca ocurrió.

En un principio, las estatuas rodeaban el antiguo odeón central, mirando hacia los cuatro puntos cardinales. Sin embargo, tras los trabajos de remodelación realizados en el año 2000, fueron trasladadas y sometidas a un tratamiento de recuperación y restauración.

Posteriormente, se instalaron en las esquinas de la Plaza de Armas, sobre pedestales, con el objetivo de protegerlas de actos vandálicos. Lamentablemente, con el paso del tiempo, delincuentes causaron daños en una de las estatuas, arrancándole el brazo, y en otra, se robó su jarrón.

Hoy en día, estas estatuas siguen ahí, enfrentando la lluvia, el viento y los calurosos veranos, manteniendo su figura y formando parte de la historia olvidada de nuestra comuna, que con el transcurso del tiempo se va desvaneciendo en el olvido.

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