Una grave situación vivieron los pasajeros del vuelo de Latam que despegó el miércoles por la tarde con destino a Asunción del Paraguay.
Un fuerte temporal se presentó durante el viaje, lo que los obligó a aterrizar en Foz de Iguazú. Sin embargo, tras retomar el vuelo con 48 pasajeros – muchos bajaron por las turbulencias – presentaron problemas mecánicos por atravesar la tormenta.
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Debido a ello, tuvieron que declararse en emergencia e informar a los pasajeros que habría un aterrizaje forzoso. Incluso, le dijeron a los pasajeros que se pusieran en posición de impacto.
Sin embargo, lograron aterrizar en el aeropuerto Silvio Petirossi, donde varios pasajeros quedaron en estado de shock o con crisis de pánico y debieron recibir atención médica.
«La azafata nos dice que nos preparemos para posición de impacto»
Una de las pasajeras, fue la modelo Pabla Thomen quien conversó con el medio Monumental Radio 1080 AM de Asunción, sobre lo vivido.
«Cuando estábamos a 30 minutos de llegar a Asunción empezamos a sentir las turbulencias, fue bastante terrible. Decidieron irse a aterrizar a Foz (de Iguazú) pero no pudimos bajar porque no estaba la Policía de Migraciones. Abrieron la puerta dela avión para que entre algo de viento, me coloqué con mi hija y estuvimos dos horas. La mitad de los pasajeros decidieron bajarse y no pudieron aguantar el estrés de esa turbulencia y me arrepiento de seguir con el vuelo y llegar hasta Asunción, porque mi papá estaba de cumpleaños y quería llegar como sea», relató.
Agregó que «ya cuando estábamos cerca de Asunción, empiezan las terribles turbulencias y ya la gente empezó a entrar en pánico. Después, el piloto nos dice que nos preparemos para un aterrizaje forzoso. Imagínate escuchar eso y yo con mi hija sola».
«Después nos dice la azafata que nos preparemos para posición de impacto. Yo trataba de abrazar a mi hija porque era la más vulnerable de todo el avión. En ese momento, se me desabrocha mi cinturón de seguridad y empecé a pedir socorro para que me ayudaran y un hombre se apiadó de nosotras y se colocó al lado de mi y me ayudó a colocarme el cinturón y mi hija se aferró a él pensando que era su papá y gracias a Dios nunca llegó el impacto», contó.
En ese momento, «aterrizamos y las azafatas empezaron a decir algo en inglés, pensé que era que el freno no funciona y nos fuimos al carajo, chocamos contra no se qué. La angustia era hasta dónde vamos a llegar con esta velocidad, estando ya en tierra. En un momento comenzó a bajar la velocidad y ahí pude respirar, pero recién ahora puedo llorar. No me podía presentar con todo el miedo y terror a mi hija. Había gente que estaba necesitando asistencia médica, con ataque de pánico. Era todo caótico, pero yo tenía que demostrarle a mi hija que estaba todo bien».