En la víspera del Festival Internacional de la canción de Viña del Mar, uno de los eventos más emblemáticos de la cultura latinoamericana, surge un debate crucial que involucra la democracia, la libertad de expresión y la interpretación de las obras artísticas como ficción. La controversia gira en torno a la participación de Peso Pluma, un artista mexicano cuya presencia desató una encendida polémica, marcando así los límites de lo que es aceptable en el espectáculo televisivo.
El detonante de la discusión fue una columna de Alberto Mayor en Radio Biobío, acusando al artista de promover la cultura narco. La reacción no se hizo esperar, generando un enfrentamiento entre la organización del festival y el directorio de TVN. Mientras la primera respaldó la participación de Peso Pluma, argumentando la no censura como principio, la segunda pidió la cancelación de su participación, citando valores democráticos y el rechazo a la «narcocultura».
Aquí surge la pregunta clave: ¿Quién decide qué artistas son idóneos para un evento televisado para todos los públicos? La reciente acción del directorio de TVN, encabezada por Francisco Vidal, parece más un golpe de timón para mostrar el cambio de liderazgo en el canal que una decisión fundamentada en criterios claros y anticipativos. Esto refleja una problemática recurrente en la política chilena: la reactividad en lugar de la proactividad.
Es fundamental reconocer que, más allá de la polémica, se debe respetar el derecho a la libertad de expresión. La música, el arte y las obras audiovisuales son manifestaciones de ficción que pueden reflejar realidades o presentar perspectivas diversas sobre una situación. Censurar a un artista por su contenido puede abrir la puerta a un peligroso terreno donde otros también podrían ser cuestionados por diversos motivos.
Chile es un país libre y el Festival de Viña del Mar es un escaparate internacional que pone el foco en la cultura y la diversidad. La organización previa del evento es clave para evitar controversias innecesarias. La pregunta es, ¿qué sucedería si Peso Pluma es retirado y se desata una cadena de reacciones de apoyo alegando censura?
Es esencial diferenciar entre la realidad y la ficción. La censura a través de los medios de comunicación no debe ser la herramienta para combatir los problemas del país. La justicia, las inversiones públicas para mejorar los barrios y el compromiso con dar dignidad y seguridad a las condiciones sociales son vías más efectivas, donde los políticos deberían apuntar. Pero los mezquinos intereses y la propaganda muchas veces nos sumergen en estos absurdos.
En momentos en que las ideologías polarizadas de Chile – ambas – intentan esconder la «basura bajo la alfombra» mediante la censura, debemos recordar que la clave está en empoderar al ciudadano. La decisión de ver o no un programa televisivo recae en él. Más allá de lo que se emite, debemos concentrarnos en cómo mejorar su realidad, para que al apagar la «caja», encuentre un entorno más positivo que una canción de reggaetón.
En conclusión, el Festival de Viña del Mar no solo es un escenario de entretenimiento, sino también un reflejo de la libertad de expresión y la diversidad cultural. Anticiparse a estas situaciones, establecer criterios claros y respetar el arte como expresión subjetiva son elementos cruciales para preservar la esencia de este evento emblemático y evitar caer en las trampas de la censura que históricamente han limitado la libertad de expresión.
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