En el escenario impresionante de las montañas de la región del Biobío, la ciudad de Los Ángeles se enfrenta a una urgente problemática que amenaza su movilidad, calidad de vida y crecimiento: el colapso vial. Como muchas ciudades en nuestro país, el desarrollo urbano ha superado ampliamente a la infraestructura de transporte, creando un escenario en el que las arterias de la ciudad simplemente no pueden soportar el flujo de vehículos que requieren.
Calles y avenidas, diseñadas originalmente para un flujo más eficiente, se encuentran atascadas por la congestión constante. Un caso de esto se puede observar en el acceso por el camino a Nacimiento, donde el crecimiento caótico de la ciudad ha generado un impacto vial en calles y pasajes, dejando al descubierto la necesidad de una planificación más coherente y un manejo eficaz del desarrollo urbano.
Peor aún, los conductores se ven obligados a sortear obstáculos como plantas de Revisión Técnica, zonas de bodegaje y accesos escolares, lo que agrava aún más la congestión y la frustración de los ciudadanos. Incluso, dentro de poco comenzarán a funcionar importantes oficinas municipales en el lugar de mayor congestión.
Aunque es cierto que se han logrado avances en la última década, como la creación del eje Gabriela Mistral, la avenida Padre Hurtado y Los Carrera, estos esfuerzos resultan insuficientes para abordar la magnitud del colapso vial. Especialmente preocupante es la situación en los nuevos sectores de la ciudad, como el crecimiento de Hacienda Las Cruces en el nororiente, que colinda con villa El Avellano. Esta expansión ha generado que cientos, si no miles de vehículos, deban salir en horas peak por una única vía de escape, la calle Pablo Murúa, agravando la congestión y la dificultad de desplazamiento.
A pesar de algunas mejoras puntuales, como el nuevo acceso por el camino a María Dolores desde la Ruta 5, que busca conectar con Orompello y descongestionar uno de los puntos críticos, el llamado es a una planificación más audaz y rápida. La ciudad requiere que sus líderes, que en ocasiones parecen estar ausentes, actúen con urgencia y determinación para materializar estas iniciativas en plazos razonables, en lugar de dilatar su ejecución por décadas.
La crisis vial en Los Ángeles no es un asunto que pueda ser abordado con indiferencia o complacencia burocrática. Es una realidad tangible que afecta la vida cotidiana de cada residente y obstaculiza el avance de la ciudad.
Como medio, hacemos un llamado apremiante a las autoridades, al Gobierno del Presidente Gabriel Boric, al alcalde Esteban Krause, al Ministerio de Obras Públicas y al Gobierno Regional, para que enfrenten este desafío con la seriedad y la rapidez que merece. Los proyectos viales deben ser concebidos y llevados a cabo con una visión de futuro, comprometidos con el bienestar de los ciudadanos y no como meras estrategias de campaña. El momento de actuar es ahora, porque el bienestar de Los Ángeles y de su gente depende de ello.
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