Tal como indica este editorial, de un tiempo a esta parte la ciudad de Los Ángeles se ha transformado en un pueblo sin ley. Narcotráfico, sicarios, homicidios, violentos robos y autos robados a la orden del día, son solo una pincelada de lo que debemos informar.
Sorprende además, que en varias ocasiones los fiscales de la ciudad, ni siquiera pasan a control a los detenidos y los dejen apercibidos, es decir, citados a declarar. Como si se tratara de una anécdota más, los delincuentes regresan a sus casas a lo mismo. Para qué hablar de quienes se encuentran con «arresto domiciliario», probablemente la medida más vulnerada por estos sujetos.
Es más, hoy caminar por el centro es totalmente inseguro. Quizás pueda considerar que como medio estamos exagerando, pero la sensación de inseguridad es muy alta.
Los fuegos artificiales ahora fueron reemplazados por balas. Incluso se ha incautado muchas veces munición de guerra. Para qué hablar de la «Casa Búnker» en la villa Los Profesores, ícono de una comuna donde la impunidad parece haberse tomado las calles. Cómo se llegó a construir tamaña edificación fortificada, sin que nadie fuera alertado. Operó durante meses antes que fuera atacada por los funcionarios de la PDI.
El origen de tal nivel de delincuencia y crimen organizado, para algunos se explica por las características de Los Ángeles. Su ubicación, en la mitad de Chile y al costado de la ruta 5 Sur, son escenario perfecto para entrar y sacar mercancías ilícitas. Otros, atribuyen que el consumo de drogas duras ha penetrado con fuerza en barrios, villas y poblaciones. Sea cual sea la razón, el único que parece estar realmente preocupado es el alcalde, pero es el que menos competencias para enfrentar los delitos tiene.
Aquí, lo primero son los fiscales. Ellos pareciera que disfrutan más del escritorio que de la acción en terreno, de conversar con la prensa y dar luces de su trabajo. Son los grandes ausentes. Las noticias en que destacan son en su mayoría insignificantes procedimientos del último eslabón de la cadena: los microtraficantes. Sin embargo, de peces gordos, grandes golpes al narcotráfico, prácticamente nada.
Luego viene el trabajo de la Delegación Presidencial. Aquí se requiere mayor coordinación con las policías. No sirve de nada organizar una ronda policial especial, porque no ataca el problema de fondo. Estas actividades se han realizado y esos mismos días han habido homicidios y balaceras.
Cuando uno habla con las policías, «off the record», como se dice cuando se conversan datos de manera extraoficial con los periodistas, los nombres de los delincuentes, traficantes y otros, están más que claros. Se sabe quienes son. Sin embargo, los allanamientos a veces tardan en ejecutarse debido a las burocracias.
Finalmente, la comunidad, aunque parezca que no sirve de nada, debe seguir denunciando. Mientras más de estos llamados al 133, fono drogas u otros lleguen, más presión habrá para desarticular las bandas que están operando.
Los Ángeles está en una situación crítica. Están matando personas en las calles. Las balas perfectamente podrían herir a civiles que no están involucrados en el mundo del crimen. No esperemos llegar eso para tomar las acciones correspondientes. Por ahora, seguimos siendo simplemente, un pueblo sin ley.
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