En los últimos tiempos, hemos sido testigos de una preocupante transformación en algunos de los espacios públicos más emblemáticos de Los Ángeles. Plazas como la de Armas o la Plaza Pinto, así como zonas céntricas como el paseo Quilque entre el Mall y el Casino Enjoy, se han convertido en escenarios de tráfico y consumo de drogas protagonizados por adolescentes. Este fenómeno, que afecta a jóvenes de entre 14 y 17 años, ha generado una alarma creciente en la comunidad, las autoridades y las fuerzas de seguridad, pero ¿qué estamos haciendo realmente para abordar esta crisis?
Es innegable que la presencia de bandas dedicadas al tráfico de drogas ha crecido de manera alarmante en estos espacios públicos. Lo más preocupante es que este problema no solo involucra la adquisición y consumo de sustancias ilícitas, sino que también ha desencadenado episodios de violencia de alta gravedad, como lo demostró el reciente caso de una joven apuñalada en el rostro durante una pelea afuera de un centro comercial.
Ante esta realidad, es imperativo que como sociedad, asumamos un papel activo y comprometido en la búsqueda de soluciones efectivas. En primer lugar, los padres y madres tienen una responsabilidad fundamental en la prevención del consumo de drogas y la violencia entre sus hijos e hijas. El diálogo abierto y el establecimiento de límites claros son herramientas poderosas para guiar a los adolescentes en el camino adecuado.
Asimismo, la comunidad en su conjunto debe involucrarse en la creación de espacios seguros y libres de drogas. Esto implica promover actividades recreativas y culturales que brinden alternativas saludables para el tiempo libre de los jóvenes. Además, es vital fortalecer la colaboración entre instituciones educativas, organizaciones sociales y autoridades locales para implementar programas de prevención y atención integral a la juventud en riesgo.
Por otro lado, las fuerzas de Carabineros deben mantener una presencia activa y estratégica en las áreas afectadas, no solo para disuadir el delito, sino también para establecer vínculos de confianza con la comunidad y brindar apoyo en situaciones de crisis. La coordinación interinstitucional y la aplicación de estrategias basadas en evidencia son clave para abordar de manera efectiva la complejidad de este problema.
Es necesario que como sociedad dejemos de normalizar estas situaciones y actuemos de manera decidida y coordinada. Los espacios públicos son de todos y deben ser seguros y acogedores para toda la comunidad, especialmente para nuestros jóvenes, que merecen oportunidades de desarrollo integral y protección frente a riesgos que puedan comprometer su futuro.
La violencia escolar y el consumo de drogas en plazas y calles de Los Ángeles no pueden ser problemáticas que releguemos a un segundo plano. Exige un compromiso activo de cada sector de la sociedad, desde los hogares hasta las instituciones públicas, para construir un entorno más seguro y saludable para todos. El tiempo de actuar es ahora, por el bienestar de nuestras comunidades y el futuro de nuestros jóvenes.
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