columna francisco munoz almendras

Antes de comenzar, quiero rendir un homenaje a todo el personal de salud que enfrentó la pandemia del COVID 19, y que aún con el miedo de no saber a qué se enfrentarían, lo dejaron todo y arriesgaron su integridad física, mental, familiar y sus propias vidas para evitar que el sistema sanitario colapsara y así salvar las vidas de un país entero.

Ahora, sólo quiero dejar este dato estadístico: En el 2019, ante de la pandemia, había 171.682 funcionarios de salud y FONASA sostenía alrededor de 14.841.000 de afiliados. Este 2023 hay 215.522 profesionales y 16.023.440 usuarios/as en FONASA según lo publicado por el Ministerio de Salud este 28 de agosto. Hasta julio, ya ingresaron 400 mil personas, más que en todo el año 2022.

Increíble es pensar que el Consejo Internacional de Enfermeras (CIE), denunció la escasez de personal de salud y, particularmente, de enfermería en el mundo. Una emergencia pública internacional, ya que los sistemas sanitarios sólo se recuperarán de los efectos de la pandemia cuando haya suficiente inversión en una fuerza laboral de salud y de enfermería.

Increíble es saber que hoy serán despedidos 9.000 funcionarios de salud a causa del fin de la alerta sanitaria qie inyectaba recursos para reforzar a los equipos de salud por el COVID 19 (Eran 15 mil, pero gremios como Fenasenf, Colenf, Fenats, Fenpruss, etc., lograron retener a 6 mil). O sea, serán 206.522 profesionales que deberán sostener el sistema de salud. Preocupante es el drama que esto generará en los usuarios y en la calidad de atención que ellos/as reciben y, obviamente, en la grave crisis laboral y humana que vive el personal de salud.

Durante el 2022, donde hubo mayor dotación de funcionarios, se logró que las cirugías mayores electivas aumentaran un 31%. Las consultas de especialidad un 20%. En la atención primaria, las consultas médicas de especialidad aumentaron un 25% y los controles cardiovasculares un 47%. Los tiempos de espera por cirugía No GES bajó un 30%. El tiempo por consulta de especialidad un 22%.

¿Qué pasará ahora que hay más de 1 millón de nuevos usuarios en 7 meses? (influida por la crisis de las Isapres) ¿Qué pasará ahora si habrá 9 mil funcionarios menos para atenderlos? ¿Perderemos la oportunidad de abordar la brecha histórica de falta de personal en la salud pública?

Tenemos cerca de 800 mil profesionales y técnicos de la salud, casi un 5% de la población. Tenemos más enfermeras, dentistas y matronas que el estándar OMS y, sin embargo, hay listas de espera por atenciones que pueden realizar estas profesiones. Sólo el 2022 egresaron 18 mil TENS, 6 mil Psicólogos, 6 mil Enfermeras/os, 4.600 médicos, 3.300 Kinesiólogos, y 2 mil dentistas y T. Médicos.

Muchos profesionales de la salud llevan meses sin trabajar, algo que no sólo afecta el bolsillo, sino que su salud mental. Muchos están experimentando cuadros ansiosos, burnout, trastornos del sueño y de depresión a causa de la incertidumbre laboral y el miedo del desempleo. Muchos son los profesionales buscan la oportunidad de ejercer lo que tantos años de estudio les costó para llevar el pan a su hogar. Sí, muchos “no funcionarios de la salud” están viviendo esto, pero también anhelo lo mismo para ellos.

Junto con lo anterior, mencionar que hay instituciones que ofrecen empleos con sueldos preocupantemente bajos, usando el vacío legal de las boletas de honorarios que permite trabajar sin la necesidad de un contrato, por lo que pueden despedir sin previo aviso (y no estando obligados), obviar la entrega de seguro laboral u omitir la cobertura de salud en caso de enfermedad o accidente. Se debe legislar para terminar con este régimen laboral, para que de ese modo se pueda dar seguridad y estabilidad a los/as que están bajo esta modalidad de trabajo, para que en caso de que te enfermes no te despidan, o no te quedes sin ingresos (se paga por hora trabajada). Lo que afortunadamente no sucede en el sector público.

Según la ACHS el 2022, revela que la sobrecarga laboral es responsable del 36% de las enfermedades mentales laborales. Esto sumado al ya difícil clima laboral y de violencia que hay contra el personal de salud. De hecho, hace unos días en Traiguén una posta fue quemada y en el Hospital Regional de Concepción se encontraron impactos de bala. Se trabaja con miedo a ser golpeados o baleados.

Hoy el personal de salud se ve extenuadamente sobrepasado y será peor: Cesantía, inestabilidad laboral, crisis de salud mental; el mobbing que tristemente ha costado vidas; discriminación por género o neurodiversidad; políticas públicas que no solucionan el problema del ratio enfermera-paciente porque no está establecido; sobrecarga laboral; bajos sueldos, requisitos difíciles de lograr y muchos años de experiencia. Irónico que la experiencia se adquiera trabajando.

Finalmente, quiero recalcar que esta columna bajo ningún punto de vista fue escrita con intención de buscar “culpables” o de generar polémica. Esta columna sólo ha tenido como objetivo dar a conocer una realidad que está ocurriendo y que me temo si no se hace algo pronto, tendrá efectos negativos no sólo para los funcionarios de salud, sino que también, para los/as usuarios/as que se atienden en la red pública de salud.

Quiero hacer un llamado públicamente para solicitar a todas las autoridades, y de manera transversal, a que por favor atiendan esta situación y trabajen en conjunto con los sindicatos, colegios y gremios de salud, para alcanzar prontamente un acuerdo que de fin o atenúe estas problemáticas. Hay una oportunidad histórica para hacer un real reconocimiento al personal que arriesgó su vida para enfrentar al Covid 19, pasarlos a contrata y mantener una dotación que permita seguir la senda de la recuperación de nuestro sistema público de salud.

No puede haber calidad en salud sin humanidad, pero ¿cómo lograr humanizar el cuidado del usuario si no se humaniza el cuidado del personal de la salud? Humanidad también es proteger la salud mental, tener un trabajo estable con una justa remuneración que permita construir un proyecto de vida. Aun así, el personal de salud ha logrado que el sistema se mantenga en pie y siga entregando una atención de calidad, humana, con vocación y dignidad. Definitivamente, son héroes.

Sólo se piden dos cosas: Proteger la calidad de atención en salud de todos los usuarios y también, un trabajo digno para cuidar y salvar vidas de la mejor forma posible.

Ayer fueron aplausos, mañana serán finiquitos. Ayer fue reconocimiento, mañana será olvido. 

Por ahora, sólo decir tristemente: “bienvenidos” a todos, únanse al baile de los que sobran. 
Chile es una mesa para todos.

Francisco Muñoz Almendras.
Enfermero | Dipl. en Educación Superior.
Ciudadano | Columnista Diario El Contraste.
Miembro del Colegio de Enfermeras/os de Chile.