La historia y el patrimonio de nuestra ciudad lamentablemente han sido olvidados o poco respetados con el tiempo, como es el caso de diferentes edificios históricos, o el mismo Fuerte de San Carlos Purén y el Fuerte de Mesamavida. Sin embargo, hay objetos que aún permanecen guardados y protegidos por ser considerados monumentos.
Se trata de tres objetos pertenecientes al arte sacro, cuya propiedad es de la orden de Santa Clara. Su historia comienza en la comuna de Osorno a finales del año 1560, cuando tres mujeres españolas decidieron recogerse con el propósito de consagrar sus vidas a Dios.
Con el alzamiento mapuche y huilliche entre los años 1598 y 1609, y posteriormente la destrucción de la ciudad, la comunidad religiosa se trasladó hasta Chiloé, donde permanecieron un año antes de dirigirse a la Isla de Quiriquina, ubicada frente a Concepción.
En 1607, el Rey de España, Felipe III de Habsburgo, entregó 8.000 pesos y 400 anuales por seis años, con la finalidad de que las religiosas volvieran a instalarse en Osorno y se construyera un convento.
Con el tiempo, tras largos periodos de permanencia, celebraron el centenario de la República, pero tuvieron que abandonar su monasterio y trasladarse hasta la comuna de Recoleta. En 1913, el Estado compró los terrenos a la comunidad religiosa, donde se emplazó la Biblioteca Nacional de Chile.
Posteriormente, en 1972, se trasladaron a la comuna de Puente Alto, ocupando las instalaciones de un monasterio Benedictino. Sin embargo, debido a la inminente venta del terreno en el que se encontraba la comunidad religiosa por parte del obispado de Santiago en 2017, se trasladaron hasta Los Ángeles.
Aquí, en esta comuna y bajo el alero del Monasterio de Santa María de Los Ángeles de la Orden de Santa Clara, junto a ellos se trajeron diferentes elementos y artes religiosos, los cuales poseen una importante historia de conformación y fueron categorizados como monumentos históricos.
Una vez realizada la especialización de los objetos de arte sacro conservados, se estableció que algunos de ellos provienen de Europa y otros fueron elaborados en talleres americanos hacia Chile. A pesar de la escasez de información sobre el tema religioso y la protección que brindan las religiosas, se han declarado tres elementos con una importancia histórica para nuestro país.
La primera notable pieza, que data del virreinato del Perú en 1660, corresponde a un Cristo muerto que pende de los brazos y cuya cabeza cae inerte sobre su hombro derecho.
La segunda pieza es un Sagrario de autoría anónima, tallado en mármol italiano y bronce, con dimensiones de 74 x 54 cm y un pilar de soporte que alcanza los 1,67 cm.
Finalmente, el tercer elemento, también de autoría anónima y de mármol italiano, presenta una estructura simple cuyo bajo relieve representa la muerte de San José, con dimensiones de 2,27 x 1,20 x 63 cm.
Las religiosas indican que el altar y el Sagrario fueron adquiridos por las Monjas Clarisas de Antigua Fundación entre los años 1860 y 1900, aunque no existe una certeza exacta ni una documentación oficial, solo los detalles transmitidos dentro de la comunidad.
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