El pasado 4 de mayo, celebrábamos que el 93% de los pacientes contagiados hasta ese minuto – 26 de los 28 casos – se encontraban recuperados de coronavirus.
Incluso, creíamos que podríamos llegar al 100% en cosa de días y que poco a poco seríamos la primera ciudad en comenzar a retomar su vida o la rutina… pero no fue así. En sólo 14 días, la situación se ha transformado en algo crítico, brote en la Vega, el caso en Conservas Castillo, Hites y otros particulares que totalizan más de 96 infectados, los cuales tienen todas las alertas encendidas. Este martes, con toda seguridad se superarán los 100 casos y nada indica que esto se vaya a detener.
El equipo municipal, de gobierno y de la autoridad sanitaria de la provincia de Biobío están haciendo un intenso trabajo en terreno, epidemiológico, en las redes asistenciales y residencias sanitarias para enfrentar la crisis, pero lo que muchas personas aun no comprenden, es que desde aquí, desde regiones, no pueden surgir ni ideas ni propuestas para mitigar el impacto de los contagios, porque las medidas restrictivas las toma alguien en Santiago. Una autoridad que probablemente jamás ha caminado por calles angelinas. A lo más ha hecho una parada puntual para alguna campaña política o inauguración.
De acuerdo al último censo, Los Ángeles tiene 202 mil habitantes y alcanza ya cerca de 100 casos de Covid-19. En abril, sólo por mencionar algunos ejemplos, se decretó cuarentena total en Santiago, cuando los casos eran 25,2 por cada 100 mil habitantes. En Ñuñoa, se decretó cuando eran 26,8; en Osorno, se tomó esta drástica decisión con 38,1 por habitante y en Chillán Viejo, se hizo con 38,4 contagios por cada 100 mil habitantes.
En Los Ángeles, con las cifras actuales, existen 47,52 casos por cada 100 mil habitantes, muy por sobre cualquiera de las ciudades mencionadas anteriormente, pero el Minsal está en silencio, el gobierno está en silencio, mientras la población se sigue contagiando.
Es más, hay un tema de la sociedad civil tan grave como la falta de acción del nivel central y es que muchas personas se mantienen en conductas muy irresponsables. Salen a pasear, a visitar familiares y a recorrer en familia el centro de la ciudad. Sólo la última semana se multaron a 40 personas por no usar mascarilla, pero sabemos que podrían ser 100 o 300 que están en lo mismo.
El golpe económico es brutal. La Vega Techada con las ventas por el suelo, los restaurantes al borde de la quiebra y lo peor está por venir, entre ellos – aunque nos tilden de exagerados y alarmistas – es el robo por hambre, que comenzará en cualquier momento producto que miles de familias no tendrán qué llevar de comer a su mesa y que imposibilitados de trabajar, verán en el delito su salvación. Otros buscarán en la basura. Va a ser así. Guarde este editorial y ojalá nos equivoquemos.
Es hora de tomar medidas. Es hora de una cuarentena. Dos o tres semanas, dolerán, no cabe duda. Los bolsillos de muchos se verán afectados, pero va a ser peor si extendemos esto por meses, ahí vamos a vernos arruinados.
No esperemos que los angelinos comiencen a morir para escuchar el clamor de la gente, de las autoridades locales y de todos los que hoy, no lo están pasando bien por las consecuencias económicas, sanitarias y sociales que ha dejado la pandemia.
Señor Ministro, un poco de libertad para tomar decisiones en provincias y comunas. Usted no puede solo.