Carabinero sobrevivió a ser degollado por un delincuente y la institución lo dio de baja
Hace 14 años, el sargento primero Edmundo Sáez hizo el juramento más importante de su vida al ingresar a Carabineros de Chile: «Guardar y defender la vida de todos sus habitantes, rindiendo la mía si fuese necesario». Iba con una carrera impecable, pero el año 2018 dicha promesa estuvo a punto de ser una realidad.
Fue degollado brutalmente por un delincuente, pero tras un intenso operativo médico, sobrevivió quedando con graves secuelas. Sin embargo, aunque parezca increíble lo que usted leerá a continuación, el pasado «Día del Carabinero», en vez de ser reconocido por su labor, fue expulsado de la institución.
LOS HECHOS
Era domingo por la noche – 19 de agosto de 2018 – cuando el Sargento Primero Edmundo Sáez Sáez, acudió a un operativo policial. El interior de su radiopatrulla estaba en mal estado. Había informado la situación a sus superiores, pero no fue tomado en cuenta y debió salir igual. La institución como usted sabrá, es muy jerarquizada y desobedecer una orden puede ser muy complejo. A algunos les ha costado hasta la carrera.
El uniformado tenía una hoja de vida intachable, nunca se vio envuelto en un problema. En sus 14 años dentro de Carabineros de Chile, sólo tuvo una licencia médica por una hepatitis que le contagió un detenido. Sus propios compañeros reconocían su ética y compromiso. Esto radica en que su sueño siempre fue ser carabinero. Amaba la institución como si fuera su propia familia.
Pero llegó esa infausta noche y todo cambió.
Un sujeto, identificado como Víctor Hidalgo, circula por un sector rural en evidente estado de ebriedad y con las luces apagadas, poniendo en riesgo su propia integridad y la del resto de la comunidad. El cabo Sáez junto a un compañero acudieron al procedimiento.
Cuando detienen al infractor, solicitan por radio una patrulla de apoyo, ya que el móvil en el que andaban no tenía calabozo y no contaba con separación entre funcionarios y detenidos, pero le contestaron que no había más vehículos disponibles. Algo muy curioso, porque si usted ha pasado por la primera comisaría de Los Ángeles, podrá ver a cualquier hora del día o la noche muchos autos policiales estacionados.
De esta manera, no tuvieron más opción que realizar el procedimiento en aquel inapropiado móvil y no contaban con que el sujeto tendría la capacidad de pasar sus brazos esposados por debajo de sus piernas para luego abalanzarse sobre Edmundo Saez e intentar degollarlo, dejándolo con graves lesiones en la yugular y la carotida.
Su estado era crítico, estaba en «extremo riesgo vital», razón por la que fue derivado de urgencia al Hospital de Carabineros en Santiago. Nadie pensó que resistiría a las heridas, pero luego de un intenso trabajo médico, las oraciones de la familia, las buenas vibras de sus amigos y compañeros, como si fuera un milagro, logró sobrevivir.
EL INICIO DE UNA NUEVA PESADILLA
Cuando un integrante de las Fuerzas Armadas o de Orden, caen en misión de servicio o quedan al borde de la muerte, se transforman en un ejemplo para sus pares. En otros países los condecoran, les rinden honores y los reconocen sin importar su grado jerárquico. Pero aquí, en Chile, en Los Ángeles, sucedió todo lo contrario, porque desde ese momento en adelante, al carabinero le ha dolido más la reacción de sus superiores con él, que el mismo incidente.
Sólo como ejemplo, ha sido tanto que hasta le cobraron 70 mil pesos por haber dejado cubierto de sangre el chaleco institucional.
El Contraste pudo conversar con su esposa, Romina Hernández, quien contó con profundo dolor cómo este hecho les ha cambiado radicalmente la vida.
Ella debió renunciar a su trabajo y dedicarse 100% a su esposo, ya que tras su recuperación quedó con graves secuelas neurológicas. Una de ellas es el «Síndome de Tumarkin», un extraño fenómeno en donde la persona se desploma al suelo de repente. Similar al vértigo, pero en este caso, no hay mareos, simplemente el cuerpo se desvanece de un momento a otro. Lamentablemente, no tiene cura.
Romina asegura que su marido «jamás en la vida había manifestado esta condición. De hecho nunca había tenido una licencia por algo así, si incluso cuando entran a carabineros les hacen exámenes para entrar y nunca presentó ningún tipo de problema. Nada».
Lo lamentable de esta situación, dijo, es que «a lo largo de este proceso, la institución y la comisión médica lo está dando de baja, por el exceso de licencias y porque para ellos las secuelas que él tiene son producto de un origen natural, no por el brutal ataque que sufrió».
Además de ello, contó que «la institución tampoco se hizo cargo del detenido. Hasta el día de hoy está libre de polvo y paja, y nosotros no hemos tenido un juicio de por medio. La Fiscalía hace poco nos llamó y nos dicen que ellos no tenían la menor idea de la gravedad que significó esto en sí, porque la verdad es que nunca la institución se hizo cargo ni de decir lo que estaba pasando».
Consultadas fuentes de El Contraste, sostienen que el procedimiento no se informó debidamente por las irregularidades que cometió el mando al obligar a utilizar dicho vehículo al uniformado, lo que facilitó el ataque de Víctor Hidalgo.
«Realmente no sé como ‘el Sáez’ está pasando por esto, si él se entregó a su trabajo, obedeció las ordenes y ahora lo dieron de baja. No puede ser», señaló uno de sus ahora ex compañeros.
La mujer de Edmundo, detalló que «la razón de la baja es que dicen que no está habilitado para continuar con sus labores y ponen en el documento que el síndrome es por origen natural no que fue producto del accidente laboral».
«Todas las licencias médicas dicen claramente desde el día 1, hasta el día de hoy, que fue ‘por acto de servicio’ y que su síndrome es por el accidente», aseguró.
CAMBIO DE VIDA
«Nosotros la verdad es que la vida nos ha cambiado del cielo a la tierra. En ese entonces, nosotros acabábamos de tener mellizas. Tenían 5 meses cuando fue el accidente, entonces, desde el primer minuto, yo tuve que dejar a mis hijos solos e ir con mi esposo a Santiago, estar un mes allá, y después vienen los controles rutinarios que estamos todo el tiempo ida y vuelta a Santiago», relató la mujer.
«Yo tuve que dejar de trabajar y la verdad es que económicamente ya no hay bolsillo que aguante, son tantos viajes, mis papás con mis suegros se tuvieron que endeudar por nosotros, a tal extremo que ya tienen deudas de por medio», lamentó.
Hasta este año, a su marido le dieron 6 meses de inamovilidad, que terminaron el pasado 27 de abril, para el día del Carabinero. El mismo día en que acabó su historia en la institución.
Actualmente deben costear los medicamentos – 170 mil pesos mensuales – y mantener a su familia compuesta por padre, madre y tres hijos. Si no fuera por el apoyo de su entorno, hoy habrían quedado totalmente a la deriva.
«Nosotros sólo exigimos que a mi esposo lo traten dignamente, porque de hecho a mi esposo cuando lo obligaron a entregar sus cosas y el uniforme, fue tratado como un delincuente. Le dijeron ven a entregar tus cosas y ni siquiera se pudo despedir dignamente de sus colegas y salir por la puerta, casi que tuvo que salir escondido», aseguró.
Finalmente, dijo que «la dignidad se perdió por un error cometido por la institución, por un error que él no busco y no es justo. Al final, están tapando el sol con un dedo y no lo van a poder lograr porque lamentablemente hay evidencia en ese accidente, que además fue muy público, no fue algo que lo pudieran querer tapar como otras muchas cosas»
«Él emocionalmente está mal. Él ama la institución. Si él estuviera bien físicamente, estoy segura volvería pese a todas las humillaciones. Si tuviera las condiciones de hacerlo, el vuelve feliz porque ama su institución y eso me parte el alma, no merecía esto, porque es un héroe», concluyó.