Fotos: Johanna Zárate P.

Un Consejero Regional, que no es de Biobío, me llamaba muy animoso para comunicarme, “Don Mario, el Consejo aprobó el trámite final para la instalación de un Parque Eólico en Los Angeles”. Estaba animoso.

Le consulté cuántas torres tenía el proyecto, no supo, cuánta energía iba a producir, tampoco y la pregunta del millón, “¿solicitaron acogerse el Art. 19 N° 10 de la Constitución a través de una ley especial?”, Silencio. “¿Aló, está ahí?”. Me contestó afirmativamente.

Luego bajando la voz me preguntó, “¿Que es esto del art. 19 N° 10?”. Le señalé que dicha norma legal permitía que, “los impuestos de las actividades relevantes de una localidad o de una Región, podían ser aplicados, (retenidos), por la autoridad local o regional para financiar obras de desarrollo”. Nuevo silencio. Volví a preguntar si estaba en el teléfono. Me respondió. “Si, aquí estoy…y eso que usted me dice es reciente?”, le aclaré que no, «tiene 28 años, es de 1992 y ustedes o mejor dicho nuestra región y las comunas de Chile, han permitido que se arranque a la capital miles y miles de millones de pesos, por no haber solicitado al Ejecutivo y Legislativo, nunca la aplicación de esta norma constitucional”. Nuevo silencio. Era evidente que quedaba muy complicado. La llamada, que le agradezco, se transformó en un problema para mi amigo.

Esta anécdota, absolutamente real, compromete el interés y la cultura institucional de tales autoridades. En este caso de todas, incluyendo alcaldes y concejales. Nos estamos llenado de torres eólicas, sin cuidar nuestro patrimonio eólico, ni menos la mirada eterna de los vecinos, con zumbido incluido, sin haber sido partícipe de nada. A veces pienso que no solo hay ignorancia en estas materias, sino que también falta de proyectos de desarrollo efectivo para financiar. En efecto, la norma constitucional, que yo mismo redactara junto al Senador Sergio Fernández en 1991, contempla la alternativa de retención del tributo, a través de una ley simple que debe ser iniciativa del Ejecutivo teniendo a la vista toda la información necesaria, pero especialmente la “obra de desarrollo” a financiar.

Nada se hace, nada se pide, nada se estudia, es más fácil ser una suerte de Asistente Social, muy caro, y no un constructor de sueños. Por eso repito, todo cuesta… si, todo cuesta. Nadie estudia…

Mario Ríos Santander