Profesor Carlos Carrasco. Imagen: Colegio Alemán.

Una noticia que ha calado hondo en la comunidad educativa del Colegio Alemán de Los Ángeles y en todos los ex alumnos que en su paso por las aulas, tuvieron como profesor de Química a Carlos Carrasco Saavedra.

El docente que tuvo una larga trayectoria en el establecimiento, murió tras un cáncer fulminante al pulmón.

Este martes, en una jornada de duelo, el colegio publicó un escrito en homenaje al docente en donde destacaron el privilegio de haber contado con su vocación de profesor y el reconocimiento a sus cualidades humanas.

CARTA

Nuestro querido colega, profesor Carlos Carrasco Saavedra ha partido en un viaje infinito. Quienes permanecemos acá, conmovidos por su temprana partida, nos vamos envolviendo en una atmósfera llena de gratos recuerdos y vivencias compartidas. Carlos siempre fue un profesional a toda prueba, dedicado en su totalidad a la tarea de educar a los jóvenes que tuvieron el privilegio de tenerlo como profesor. Un indagador, autodidacta, hombre culto y de reconocida trayectoria académica en nuestras aulas. Ante todo, un hombre de fe, que no dudó jamás en compatibilizar los preceptos científicos con su convicción cristiana.

Un profesor muy admirado por sus alumnos, en palabras de ellos “sediento de conocimientos” “intolerante ante la mediocridad”. Fue haciendo de la pedagogía una herramienta irreemplazable para modelar y formar académicamente a los jóvenes, que para él, eran su motivación profesional.

Carlos fue también un amante acérrimo de la naturaleza. Incontables fueron sus relatos de historias acaecidas en su “pequeño terruño”, como él le llamaba al lugar donde vivía en la ciudad de Nacimiento. La vida de campo, el amor por los animales, el contacto con la tierra, sin duda, iban fortaleciendo a ese hombre de bajo perfil, un tanto silencioso y taciturno, pero que al momento de hablar de su tierra afloraban en él las más sabrosas anécdotas, pinceladas con un humor un tanto incomprendido que lo hacía único y reconocido, sobre todo entre sus alumnos y sus colegas.

Cuesta creer que su presencia física ya no estará con nosotros en el día a día. Es difícil imaginar dónde se van las personas cuando dejan esta vida. Lo que no cuesta tanto es poder hacer viva la presencia de quienes han marcado la existencia de otras personas. Esa es tarea de todos nosotros en el día a día. Finalmente, la mejor manera de traer e invitar a diario a quienes han partido es compartiendo lo que sabemos de ellos, haciendo públicas sus vivencias, saboreando la anécdota graciosa, modelando su legado. En definitiva, no olvidando, porque nadie merece ser olvidado.

Nos convence, a quienes te conocimos, que tu amor a Dios fue tu mayor fortaleza y estamos tan seguros que tu alma descansa en paz que tenemos la certeza que esa misma paz llegará también a todos nosotros. Te extrañaremos.