Apartar dinero para invertir en la educación de los hijos puede parecer una tarea agotadora si no se planifica con tiempo y precisión. Mas, es una misión cuya importancia no se discute, pues una buena formación es fundamental para el desarrollo de la descendencia en el futuro. Igualmente, cuando existe disciplina en los presupuestos familiares, este ahorro se integra a un proceso cotidiano que lleva a alcanzar las metas a largo plazo.
De esa manera, los adultos del hogar pueden evitar situaciones estresantes causadas por desbarajustes financieros y hasta disfrutar eventualmente de juegos de casino Chile online. Así, es posible avanzar hacia un objetivo atesorado por muchos padres, la universidad de sus hijos, sin desequilibrar otros asuntos indispensables para la buena salud psicológica de un individuo.
La importancia de comenzar a ahorrar para la universidad de los hijos lo antes posible
Para algunas personas simplemente no es viable comenzar a separar el dinero de la educación superior de sus hijos inmediatamente. El desafío es aún mayor si las personas han acumulado deudas, carecen de un plan de retiro o no han creado un fondo para emergencias. Evidentemente, la resolución de esas tres cuestiones debería ser prioritaria, por ende, prescindir de alguna de ellas representa un riesgo potencial bastante grande.
Sin embargo, siempre hay tiempo para comenzar a ordenar las cuentas del hogar; no hay nada malo con un “inicio tardío”. En este sentido, los expertos en finanzas recomiendan buscar una institución con un plan de inversión educativa con pautas favorables para la deducción de impuestos. De una u otra forma, la acción más importante es comenzar a ahorrar y tener claro el objetivo final de la estrategia implementada.
El tipo de formación deseada para los hijos determina el propósito del plan de ahorro
Al planificar la inversión en la educación de los hijos en el futuro es crucial proyectar el tipo de formación profesional-ocupacional deseada para ellos. De este paso depende el cálculo del costo neto global del proceso, la inflación acumulada y el tiempo necesario para juntar el dinero requerido. Una vez delimitados esos tres parámetros, es más fácil elaborar una estrategia congruente con el presupuesto familiar y tener éxito con las metas propuestas.
En este punto, es necesario considerar las dos modalidades de inversión más comunes para planes educativos, las cuales, se describen brevemente a continuación:
Cuenta de ahorro educativo
En rasgos generales, la elegibilidad de este tipo de financiación depende directamente de dos factores. El primero es el salario anual del (de los) responsable(s) de aportar los fondos. Por ejemplo: en Estados Unidos las cuentas ESA solicitan un mínimo de entre 95.000 y 200.000 dólares anuales. El segundo es el marco temporal estipulado por la entidad bancaria (que incluye posibles multas si los beneficiados superan los 30 años de edad).
Cuenta de custodia para gastos educativos
Es una cuenta creada por alguno de los padres o responsables de un menor en donde se van depositando fondos que únicamente pueden ser retirados por el beneficiado. A diferencia de otras cuentas de custodia —de divorcios, por ejemplo—, el titular de la cuenta puede incluir cláusulas que limiten la utilización del dinero exclusivamente para asuntos educativos de su descendiente.
Revisar la estrategia de inversión educativa de forma regular
Los planes de inversión educativa más cómodos para los titulares de cuentas son aquellos con el tiempo de aplicación más amplio. Mientras mayor sea el plazo, las cuotas necesarias para ahorrar el monto objetivo será menor. En paralelo, los expertos en finanzas recomiendan revisar la estrategia a medida que el menor crece para ajustarla en función de sus aspiraciones profesionales.
Del mismo modo, la circunstancia socio política de cada país tiende a afectar la eficiencia de los planes de inversión. En consecuencia, es importante permanecer atento a cuestiones inflacionarias y fiscales —posibles modificaciones en las leyes de impuestos—, aparte del rendimiento de la propia planificación. De esa forma, las instituciones financieras y los titulares de cuentas pueden garantizar que los fondos mantengan un saldo adecuado.
Proteger la inversión
Además de las cuentas de ahorro educativo y las cuentas de custodia con fines formativos mencionadas previamente, los padres pueden asegurar el futuro de su descendencia a través de un plan de seguros. Como su nombre lo indica, es una póliza que cubre todas las necesidades del menor en caso de que la persona titular de la póliza muera o quede inhabilitado para trabajar.
En algunas modalidades, es posible solicitar la inclusión de la educación superior de su(s) hijo(s) entre los gastos abarcados. En otras, el beneficiado puede convertir la póliza de seguro en un crédito educativo que él mismo comienza a cancelar cuando ingresa al mercado laboral. En ambos escenarios, los fondos crecen a partir de una cuota fija aportada de forma constante por el adulto responsable del menor.