Conocido como “Tribilin”, fue una persona que literalmente ha sido parte de la comuna de Los Ángeles, y que con su gracia y forma de ser, conquistó a más de un vecino y que hoy aun es recordado por quienes lo conocieron.

La historia de cada ciudad se teje no solo con grandes eventos y figuras ilustres, sino también con aquellos personajes entrañables que, sin buscarlo, se convierten en parte del paisaje urbano y la memoria colectiva. Uno de esos personajes fue Marcelo Alejandro Ibarra Flores, conocido cariñosamente como «Tribilín» o «Totoco», un hombre que, con su inconfundible andar y su inagotable bondad, dejó una huella imborrable en la comunidad angelina.

Nacido en 1942, Marcelo Ibarra creció en el seno de una numerosa familia. Su infancia estuvo marcada por la meningitis, enfermedad que le provocó secuelas neurológicas de por vida, pero que no le impidió convertirse en un rostro familiar y querido en las calles de Los Ángeles. Desde muy joven, ayudó a su padre en la venta de pescados, recorriendo la ciudad con una carretilla de madera. Atendiendo con esmero a clientes fieles de locales emblemáticos como el Centro Español, el Hotel de France y el Liceo Alemán.

Más allá de su trabajo, «Tribilín» se destacó por su carácter afable y su espíritu servicial. Siempre dispuesto a ayudar, se ganaba la vida realizando fletes o encargos, invirtiendo sus ingresos en su familia, especialmente en sus padres y su sobrina, a quien cariñosamente llamaba «su novia Alejandra». Su confiabilidad era tal que, incluso, comerciantes del Mercado Central le confiaban depósitos bancarios, según cuente José Pepe Riquelme, en su pagína «Reportero Patrimonial Los Ángeles».

El amor por el futbol y la muerte de Tribilín

Pero si algo definía a «Tribilín» era su pasión por el fútbol, y ser hincha ferviente de la Universidad de Chile, su amor por el club lo llevó a convertirse en un personaje inolvidable entre los seguidores del balompié local. No ocultaba su emoción cuando su equipo ganaba, y lloraba cuando la «U» perdía.

Su fidelidad fue reconocida en un emotivo homenaje en el Estadio Municipal, cuando el plantel de Iberia le dedicó su ascenso a Primera B. El aplauso ensordecedor del público fue la muestra de cariño de una comunidad que lo consideraba suyo.

El 2018, a los 76 años, «Tribilín» falleció tras enfrentar diversas complicaciones de salud. Su despedida fue multitudinaria, reflejo del amor y la admiración que cosechó a lo largo de su vida. En su último adiós, vistió la camiseta de su querido equipo, firmada por los jugadores, cerrando así una vida sencilla, pero profundamente significativa.

Los Ángeles lo recuerda como lo que fue: un símbolo de humanidad, generosidad y sencillez. Aunque ya no recorra sus calles con su peculiar caminar. «Tribilín» sigue vivo en la memoria de quienes tuvieron el privilegio de conocerlo.

Revisa más noticias nacionales y la contingencia de Los ÁngelesRegión del Biobío, en El Contraste. Síguenos también a través de Facebook para mantenerte al tanto de lo que está pasando.