Lamentablemente la delincuencia ha provocado el fin de un emprendimiento, y con esto, una familia que ha quedado sin su sustento, donde las medidas de seguridad en Los Ángeles fueron insuficientes para el kiosco .
Ubicado en la intersección de las calles Almagro con Caupolicán en pleno centro de Los Ángeles, se ha dado a conocer la frustración y vulnerabilidad que sienten los pequeños emprendedores.
Donde un kiosco , ante la creciente ola de delitos, sucumbió finalmente ante la delincuencia, el cual era parte de los ingresos de Ángela Almendra.
Todo comenzó el martes pasado, al llegar a su lugar de trabajo, Ángela fue alertada de que el kiosco, propiedad de la señora Victoria Díaz, una adulta mayor, había sido nuevamente blanco de un robo. “Lo dejaron inutilizable. La verdad es que quedó inseguro, en realidad”, comentó con evidente desánimo, quien ha enfrentado esta situación en tres ocasiones.
El mayor problema, además de los daños físicos al kiosco, es la inseguridad reinante en la zona. A pesar de la presencia de cámaras de vigilancia, Almendra menciona que no tienen el alcance suficiente para captar los incidentes, lo que complica las investigaciones policiales. “No va a tener ninguna respuesta”, lamenta.
El impacto en la economía familiar
Más allá del daño material, este nuevo robo ha paralizado los ingresos de Ángela y su familia, compuesta por dos hijos, uno de ellos con Trastorno del Espectro Autista (TEA).
“Mi emprendimiento me ayudaba mucho por la flexibilidad horaria, ya que podía cerrar ante cualquier eventualidad con mi hijo”, explica. Ahora, ante la imposibilidad de seguir trabajando en el kiosco, se ve forzada a buscar otra fuente de ingreso que le permita seguir cuidando de su familia.
Entre los objetos robados, destaca que se sustrajo productos fáciles de reducir, como colecciones, confites, libros y sopas de letra. Además de otros elementos que los delincuentes aprovecharon de sacar desde cada rincón de la estructura.
Sin embargo, lo que más afecta a Ángela no es solo el robo de los productos, sino la impotencia y frustración de no poder acceder a un seguro que la proteja. “Uno vive de los emprendimientos para subsistir, no para hacerse millonario”, recalca.
Inseguridad creciente en el centro de Los Ángeles
Para Almendra, este tipo de delitos ya no es aislado. “Todas las semanas asaltan algún local en la calle Almagro. No soy la única”, afirma, lamentando su kiosco.
La inseguridad en el centro de Los Ángeles, según relata, ha superado a los comerciantes, quienes constantemente deben enfrentarse a este tipo de situaciones sin recibir soluciones concretas de las autoridades. “Las futuras autoridades prometen cielo y tierra, pero el ‘jamón del sándwich’ siempre es el más afectado”, añade con ironía.
A pesar del vínculo que ha logrado crear con sus clientes, muchos de ellos adultos mayores y oficinistas que solían visitar el kiosco diariamente, Almendra no planea continuar en este rubro debido al miedo a ser víctima de nuevos robos. “Antes los kioscos eran un lugar de reunión, pero la inseguridad siempre está”, concluye.
El llamado de Ángela es claro: más vigilancia y cámaras de seguridad que realmente funcionen, para evitar que otros emprendedores sufran la misma suerte que ella.
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