Inaugurada a finales del siglo XIX, la estación de Mulchén formó parte de un importante ramal que conectó ciudades y localidades de la provincia de Biobío. Lamentablemente, en 1998 se despidió, y en la actualidad solo queda el recuerdo y la historia en una estructura que se desmorona lentamente y desaparece.


La región centro-sur de nuestro país se distingue por su rica historia ferroviaria, con sectores donde todavía están en funcionamiento estaciones y talleres, otros convertidos en museos, algunos en el olvido y en ruinas, y desafortunadamente otros destruidos por el desarrollo urbano.


Corría el año 1887, cuando el presidente José Manuel Balmaceda, conocido por su contribución a la infraestructura ferroviaria de Chile, anunció la construcción de seis líneas férreas, incluyendo la conexión de Mulchén con Coihue.


Esa noticia fue recibida con gran entusiasmo, dado que en esa época, la provincia de Biobío tenía una alta producción agrícola y ganadera, lo que impulsó rápidamente la economía y, obviamente, benefició a los habitantes.


Así, en 1888, se firmó el 1 de octubre el comienzo de la construcción de este ramal, que unió Coihue con el sector de Lapito, y posteriormente se sumaron más localidades.


Finalmente, en abril de 1895, el ansiado tren llegó a la comuna de Mulchén, y la ruta se inauguró oficialmente el 1 de mayo de 1896, marcando el inicio de las operaciones.


Este ramal tenía una longitud de 42.8 kilómetros, y Mulchén, que solo había sido fundada como ciudad 20 años antes, en 1875, incluso se contempló su inclusión en la ruta hacia Argentina junto con San Rosendo, pero lamentablemente ese proyecto nunca se concretó.


La ventaja de esta comuna, que en ese momento era conocida como el «Granero de Chile», radicaba en sus diversas industrias, incluyendo un banco, una caja nacional de ahorros y destacadas empresas.


Desde el transporte de mercancías y la productividad primaria hasta los miles de pasajeros que recorrieron sus vías, la Estación de Mulchén fue claramente un hito importante en la historia ferroviaria de la zona. Sin embargo, lamentablemente, nada perdura para siempre.


La década de 1980 marcó un duro golpe para el tren y la estación misma, ya que aquí comenzó su desuso y, con ello, el olvido. Con el paso de los años y el robo de las vías de metal, la estación se deterioró aún más, algo similar a lo que ocurrió en Los Ángeles.


Finalmente, siguiendo la recomendación de EFE, el 13 de diciembre de 2004, el Ministerio de Transportes y Telecomunicaciones emitió el decreto 117, autorizando la retirada completa de los 10 kilómetros restantes de la línea férrea.


Hoy, solo quedan los vestigios de lo que alguna vez fue un punto neurálgico del tren en la provincia. La antigua estación es ahora solo una estructura olvidada, con una placa conmemorativa en su exterior, una torre de agua y la antigua maquinaria para girar las locomotoras.


El tiempo, lamentablemente, ha dejado su huella, y lugares como estos, que podrían haberse convertido fácilmente en museos y destinos turísticos, son olvidados o destruidos en aras de la modernización.

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