Tenía 28 años. El Congreso, cerraba sus puertas. El país era gobernado por una Junta Militar de Gobierno. Tres meses atrás, había iniciado mi segundo periodo de Diputado. Recogí todos mis asuntos de oficina y me volví al campo. Era Septiembre de 1973.
A mediados de Octubre, un llamado telefónico: “Soy el Secretario de la Cámara de Diputados. Le llamo para que envíe sus papeles para jubilar”. Me alarmé. Respondo, “¿Jubilar? Pero si tengo solo 28 años”. El Secretario continúa: “Señor Diputado, es que Ud. puede jubilar y aprovéchelo. Ud. tiene dos periodos de Diputados, fue Regidor de Los Angeles. Ud jubilará con E$ 120 (escudos) mensuales, (Hoy $720 000). Trabajaba en el campo. Los colaboradores campesinos jubilarían a los 65 años, ¡¡¡40 años después!!! . “No. Eso era impresentable. Le respondí que “No, Señor Secretario, por moral, no puedo jubilar”. Él me retruca, “Lo han hecho todos Señor Diputado, solo falta Ud.”. Insistí, “No, es inmoral”.
Han trascurrido 47 años de esta narración absolutamente verdadera. Las Cajas de Previsión, con el sistema de jubilaciones que permitía tales horrores, pedían plata y el Estado, debía financiarlas en cada Presupuesto de la Nación. Yo estuve en eso, lo vi y participe en los traspasos de dineros para la “previsión”. Era un desastre. Es cierto que el jubilado, a costa de todos, tenía mejor jubilación, pero también era cierto, que era el único que aportaba recursos la familia. Tampoco tenía hijos en la Universidad, del auto, ni pensarlo, de un trabajo de su hija, salvo irse a Santiago y servir en alguna casa capitalina, casi no había nada mas.
Se cambia todo. Nacen las administradoras de los fondos, como nacieron las mutuales para accidentes del trabajo, los Servius para financiar casas, los colegios subvencionados para estudiar, Chile cambia. La previsión, comienza a cumplir su tarea. Financian millones de nuevos trabajos, (hoy 2.200.000 chilenos trabajan en inversiones realizadas por las AFP), se construyen nuevos caminos, en el hogar ahora trabajan dos o tres personas.
Logran ingresos familiares que se acercan al millón, y sumando los subsidios, mucho más. Las AFP, financian el 15% del presupuesto, 18.000 millones de pesos, todos a subsidios para los más vulnerables. Es otro Chile.
Hoy, todo está invertido. Pretender retirar 18.000 millones, es destruir no solo la previsión de Chile, sino que el mas formidable fondo de desarrollo jamás conocido en la historia de nuestro país.Y de paso, hacer mas rico a los ricos.
Si, porque las acciones se irán al suelo y los mas ricos, se quedarán con todo. Es un sistema que, “no financia pitutos” y los que quieren retirar los fondos, se van a aprovechar de ellos. Además, es todo inconstitucional. Sus promotores, se aprovechan de un gobierno que no sabe explicar las cosas, ni tampoco creativo. ¿Por qué no le compra a las AFP, como lo hace permanentemente, los $18.000 millones y los va devolviendo en los próximos 20 años, sin debilitar las jubilaciones de los que vienen y cuenta con recursos frescos para enfrentar el drama social que hoy si existe?. Misterio. Pero aun así, aunque sin destino conocido, lo que ha pretendido la Cámara de Diputados es aprobar la destrucción del mayor fondo previsional de Chile.
Mario Ríos Santander