No existe duda al respecto. Estamos en una época de recambio generacional a nivel futbolístico del que nadie quiere hacerse cargo. Mientras algunos opinan que Rueda no logra dar con el 11 titular, otros señalan que está bien darle tiraje a la chimenea y buscar nuevos elementos, aun cuando eso cueste una derrota.
El proceso. El tan comentado proceso que deben llevar adelante los entrenadores y por medio del cual buscan convencer a los dirigentes y a los aficionados, parece ser el que está en entredicho en este último tiempo. ¿El motivo? Reinaldo Rueda lleva un año al mando de la selección chilena y aun no se ve un esquema definido de juego, no se vislumbra una oncena titular, no se convoca a quienes se encuentran en su mejor momento futbolístico y se prefiere a jugadores que están relegados a segundas etapas en sus clubes. No es fácil encontrar puntos altos en los equipos de rueda aun cuando estos ganen y, lamentablemente, no se asoma ningún recambio esperado. El juego sigue pasando y sosteniéndose en Arturo Vidal, Gary Medel, Mauricio Isla, Charles Aranguiz. No se ve creación, reacción o búsqueda del arco rival, sino tan solo pelotazos a los delanteros que intentan hacer algo que a simple vista se ve más que complejo.
«Rueda en diez partidos superaba la estadística de Marcelo Bielsa en la misma cantidad de cotejos y ha tenido más tiempo que el que se le dio a Sampaoli para levantar la selección alicaída que venía del proceso de Borghi».
Las comparaciones, por más que sean odiosas o de mal gusto, terminan siendo necesarias para justificar las apreciaciones o comentarios. Sin ir más lejos, Rueda en diez partidos superaba la estadística de Marcelo Bielsa en la misma cantidad de cotejos y ha tenido más tiempo que el que se le dio a Sampaoli para levantar la selección alicaída que venía del proceso de Borghi. Sin embargo aun no vemos un desarrollo o crecimiento de una idea, no se entiende lo que busca y, más aun, no hay resultados en los que se pueda escudar.
Se aproxima una nueva edición de la Copa América, torneo en el cual nuestra selección defenderá un trofeo que costó 99 años obtener y en el aire hay una esencia derrotista que parecía extinta. No cabe duda que se espera obtener los mejores resultados, y nadie desea otro resultado que no sea el triunfo. Es en ese sentido que el hincha sigue siendo hincha, el ídolo sigue siendo ídolo y la selección sigue siendo nuestro equipo. La duda tras el torneo será, el entrenador ¿seguirá siendo nuestro entrenador?
Rodrigo Hernández
Columnista Deportivo El Contraste