El pasado 24 de febrero la angelina Paula Taucare de 23 años y estudiante de psicología de la Universidad Adventista, arribó a la ciudad de Lima en Perú con el sueño de poder realizar su práctica profesional, sin pensar que este viaje se transformaría en una pesadilla.

Su periodo académico en el extranjero lo iba a pasar en el Hospital Almenara, pero lamentablemente hubo un brote de contagios de coronavirus, por lo que la joven decidió hacerlo dentro de la sede que tiene la universidad en Lima.

Paula Taucare, antes de la emergencia que le frustró su viaje a Perú.

Sin embargo, llegó la segunda semana de marzo y la situación se puso crítica. Ese día, según relató a El Contraste, «se decretó cuarentena total aquí en Perú y la universidad inmediatamente cerró».

Después, contó que la universidad les prohibió a ella y a los estudiantes que vivían en la residencia universitaria que salieran del lugar. La determinación era muy estricta: El que sale, no vuelve a entrar.

«La verdad es que como todas mis actividades estaban suspendidas acá en la universidad, me contacté con el consulado y me citaron un día 21 de marzo al aeropuerto pero era bajo nuestra responsabilidad. O sea, se abordaba el avión sólo si quedaban cupos, porque no estaba ordenada la situación», expuso.

Agregó que «debido a la desesperación, yo decidí ir tomando el riesgo. Llegué al aeropuerto el sábado 21 a las 12 y media del día y la verdad es que me encontré con un panorama que jamás pensé. Yo realmente pensé que el aeropuerto estaba abierto, pensé que en el fondo seguía mas o menos normal el sistema, pero me encontré con que estaba toda la gente en la calle. Había un montón de chilenos afuera, también había brasileños, bolivianos y mucha gente que estaba llegando. Pero estábamos todos en la calle, tratando de regresar, insolándonos, porque ni siquiera podíamos tomar agua. No teníamos acceso a baño, estábamos en la calle y así estuve en realidad esperando a que me dieran una respuesta». 

Fotografía del aeropuerto de Lima tomada por la joven estudiante.

La estudiante indicó que pese a ser de las primeras en llegar y creer que por eso tenía certeza de poder egresar, «a las 5 de la tarde finalmente salió el consul y dijo que ya no había más cupos disponibles».

En ese momento Paula quedó literalmente en la calle. No podía volver a la residencia por las estrictas condiciones que les impusieron y no tenía dinero para pagar un hotel.

«Era realmente angustiante. La policía peruana te empujaba. Yo ahí quedé en estado de shock, el aeropuerto era una imagen como de fin del mundo de esas que se ven en las películas. Yo llevaba todos mis resguardos. Llevaba mascarillas, llevaba guantes y finalmente me senté en el piso porque no había ni asientos. Ya al final como que no me importaba contagiarme debido a todo lo que había pasado», sostuvo.

En ese momento, expuso, no sabía qué hacer. Había un grupo de chilenos, pero estaban muy exaltados, por lo que pensó en pasar la noche en la calle con una familia venezolana. Justo cuando tomaba esa decisión, «veo que la misma persona que me fue a dejar al aeropuerto desde la universidad, me estaba yendo a buscar. Veo que me mueve la mano y yo dije ‘Señor Gracias porque llegó como un ángel a buscarme en realidad y súper contenta dije voy a volver a la residencia, me dieron una segunda oportunidad, voy a poder bañarme y el caballero me dice ‘no, tengo la orden de arrendarte una pieza’, porque tu sabes que no puedes volver».

Aseguró que fue llevada a un lugar en inhóspitas condiciones. La pieza no tenía cortinas, había una ventana hacia un pasillo, estaba todo sucio e incluso en pisos superiores estaba lleno de gallinas que no dejaban dormir por el cloqueo que hacían.

«Ahí me dio crisis de angustia lloré toda la noche, quería salir de ahí, me sentía súper insegura. La gente de ahí no durmió nada, hasta que le rogué a la universidad que me dejara entrar, le rogué al rector, a la gente de chile, a la gente de Perú y al otro día me fueron a buscar», indicó.

Sin embargo, debió pasar 15 días aislada en un lugar por si había sido contagiada en el aeropuerto. Luego de ello, la residencia universitaria aplicó un estricto protocolo, nadie sale de sus dormitorios. Solo hay un horario a las 7 am para recoger el desayuno y a la hora de almuerzo les entregan su comida y la cena. Además, no pueden utilizar las áreas comunes.

Actualmente, Paula se encuentra en tratamiento psicológico y lleva 2 meses tratando de regresar. Relata que se le ha caído el pelo, que le cuesta conciliar el sueño y que toda luz de esperanza se derrumba cada vez que intenta volver a su casa en Altos del Retiro Sur de Los Ángeles.

«De verdad me quiero ir pero estoy sin respuesta, me dicen que por lo menos esta semana no hay vuelos disponibles y lo peor es que mi pasaje de regreso, yo lo tenía agendado para el 2 de julio en la empresa Jetsmart, y esta aerolínea anunció que iban a comenzar a sacar vuelos desde Lima a Santiago el día 4 de mayo. Yo adelanté mi pasaje para el cuatro de mayo. En en un principio, mi pasaje lo compré con una tarifa extra para poder realizar cambios sin costo, sin embargo, la línea aérea igual me cobró 67 mil pesos porque me dijeron que este pasaje era más caro iba a salir en plena contingencia, yo por la desesperación los pagué, pero finalmente un par de día antes me cancelaron el vuelo y no me devolvieron el dinero», expresó la estudiante de psicología.

Asegura sentir temor de los vuelos humanitarios, por la experiencia que vivió el 27 de marzo. Piensa que nuevamente pueda quedar botada. «No sé si mi mente la pueda soportar dos veces. Quizás puede sonar super exagerado pero yo creo que solamente uno que está viviendo la situación, puede entenderlo realmente».

LA FAMILIA

Paula Taucare, nos cuenta que ha tratado de no generarle más ansiedad a sus padres.

«La verdad es que mi familia sabe la mitad de lo que yo he vivido acá. Ellos saben que estuve en el aeropuerto, saben que estuve arrendando una pieza, pero mi desesperación por irme de a poco se han ido enterando». dijo.

Agregó que «he intentado ir dosificando la información para que ellos no exploten, porque si yo les contara en realidad todo lo que estamos viviendo acá, mi mamá se muere. Es capaz de venir caminando a Perú a buscarme».

LLAMADO AL GOBIERNO

Finalmente, la estudiante le pidió a las autoridades que se preocupen de los chilenos que están varados por el mundo en esta situación tan compleja.

Por ahora, manifestó que «el consulado dijo que va a priorizar a las personas mayores, a aquellos que tienen problemas con medicamentos, pero también están lo que están mal mentalmente y hay que considerar también la salud mental de las personas. Eso es super importante como que nunca piensan en la salud mental. Todo es físico para ellos».

«Lo que yo le diría al gobierno es que en realidad por favor apuren las gestiones porque ya ha habido mucha presión, yo se que igual hay muchos chilenos en diferentes países, en España, México o Brasil, pero estamos todos sufriendo aquí en el extranjero, porque igual ha sido super fuerte y si ellos pudiesen colocarse en el lugar que tuvieran un hijo afuera, de que algún familiar estuviera pasando por esto y que se ponga la mano en el corazón, que agudicen los procesos porque de verdad que lo necesitamos», afirmó.

Por ahora, «me apoyo en Dios, yo soy creyente en Dios y si no creyera en Él no sé donde estaría ahora. Dios es mi fortaleza ahora».