Legado desde Los Ángeles

Los Ángeles, sin duda, ha dejado en la memoria e historia de nuestro país un gran marcaje, más aún con personas que dieron todo por la independencia. Que en muchos casos, no son conocidas u olvidadas, especialmente por las autoridades que solo ven el tiempo pasar.

En el sur de la comuna, un nombre que durante casi dos siglos permanece lamentablemente en el anonimato y merece ser recordado. Se trata de José Antonio Roa, nacido en 1801 donde hoy es el sector Paillihue, el cual es un ejemplo de valor, sacrificio y lealtad a la patria. Cuya vida y hazañas permanecen olvidadas en la memoria colectiva de la ciudad.

Hijo de humildes agricultores que entregaron sus vidas al trabajo del campo y al ideal de la libertad. Roa fue testigo de la devastación que los soldados realistas provocaron en su familia en 1816. Ese evento marcó su destino: con apenas 16 años emprendió una caminata de 25 leguas hasta Concepción para unirse al movimiento emancipador chileno. Ofreciendo su vida y su fuerza al servicio de la independencia.

Su bautismo de fuego se produjo el 5 de mayo de 1817 en la Alameda de Concepción, bajo las órdenes del entonces coronel Juan Gregorio de las Heras. Participó en la toma del Fuerte de Nacimiento y en múltiples combates a lo largo de la campaña de liberación. Incluyendo los sangrientos enfrentamientos de Copañué, Talcahuano y Maipú, donde se destacó por su valor y determinación.

De Los Ángeles a otros puntos

 Su carrera militar lo llevó incluso a Perú y Chiloé, participando en campañas clave de la historia latinoamericana, siempre demostrando un espíritu inquebrantable y una disciplina ejemplar. Según ha sido relatado por el historiador local José “Pepe” Riquelme, quien se dedica a dar a conocer diferentes historias de Los Ángeles.

Tras años de heroísmo en el campo de batalla, según cuenta Riquelme, Roa asumió roles de liderazgo en la administración pública. Fue gobernador de los departamentos de Castro y Arauco, comandante de batallones cívicos y, finalmente, intendente de la provincia de Arauco, con capital en Los Ángeles. Su gestión fue reconocida por la organización y eficiencia en cada uno de los territorios que dirigió. En 1874, fue ascendido a coronel, culminando una vida marcada por la dedicación al país y a su gente.

A pesar de su destacado historial, hoy ningún callejón, plaza ni monumento en Los Ángeles lleva su nombre. Su historia, sin embargo, resurge gracias a proyectos de investigación que buscan rescatarla. Reconociendo a aquellos forjadores del patrimonio cultural, arquitectónico y humano que han quedado en el olvido. José Antonio Roa es, sin duda, uno de esos héroes anónimos, cuyo sacrificio y valentía merecen ser celebrados y recordados por las generaciones presentes y futuras.

Roa falleció en su tierra natal el 3 de octubre de 1876, dejando un legado de patriotismo y valentía que, y que debería recibir el homenaje histórico que merece. Su vida es hoy un ejemplo de cómo la perseverancia. Sumado a la justicia y el amor por la patria pueden transformar la memoria de un país y el corazón de una ciudad.

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