En el marco de la semana Mundial del OVNI, que conmemora el enigmático incidente de Roswell ocurrido hace 78 años en Nuevo México, Estados Unidos, resurgen casos que siguen desafiando toda explicación lógica. Uno de los más insólitos sucedió en el sur de Chile, especificamente en Los Ángeles, y hasta hoy sigue sin respuesta clara.

Fue la madrugada del 16 de abril de 1990, cuando una familia completa vivió uno de los episodios más extraños registrados en el país. En el sector rural camino a María Dolores, a unos 10 Km de la capital provincial del Biobío, donde una familia dormía en su vivienda de madera, sin imaginar lo que estaba por ocurrir.

A eso de la 01:30 horas, un ruido ensordecedor los despertó. En cuestión de segundos, su casa —pesada, techada con tejas y montada sobre pollos de cemento— fue completamente volcada hacia un costado. Dentro del caos, la familia intentaba escapar entre muebles y electrodomésticos que volaban por la habitación.

Lo increíble es que este hecho fue presenciado por otra vecina, quien a escasos 80 metros observó una luz multicolor que se desplazaba de forma amenazante hacia el lugar. “Era como una estrella que comenzó a crecer. La luz era de todos colores y todo quedó claro como de día”, relató a Ovnivisión Chile.

Encuentro cercano del segundo tipo en Los Ángeles

Este suceso no solo dejó daños materiales, sino que también evidencia física. Objetos metálicos como ollas, cucharas y hasta una parte de una salamandra desaparecieron sin dejar rastro. Una torre de agua cercana quedó con sus estanques metálicos aplastados como si fueran latas. El huerto familiar también fue afectado: vegetales deshidratados, sandías quemadas y árboles arrancados de raíz fueron parte del saldo.

Cristian Riffo, periodista e investigador del fenómeno OVNI, viajó a la zona semanas después. “Pese al tiempo transcurrido, aún se podían ver los restos de lo que había pasado. Lo más impresionante fue encontrar una cuchara doblada como un acordeón entre los matorrales”, señaló durante el Primer Encuentro Nacional de Ufología que se realizó hace un par de años atras.

Incluso se reportaron objetos que aparecieron en habitaciones diferentes a donde estaban originalmente, sin poder haber pasado físicamente por puertas o ventanas. Algunos testigos, además, sufrieron extrañas quemaduras en las plantas de los pies, según la recopilación de estos antecedentes por aquel medio de la época.

Un fenómeno que se repitió

Lo más sorprendente es que este no fue un caso aislado. El 8 de abril de 1992, casi dos años después, otra familia de Los Ángeles —esta vez en el sector San Guillermo, a la altura del kilómetro 505 de la Ruta 5 Sur— vivió un episodio similar. Una “bola de fuego” arrancó el techo completo de su casa y lo lanzó a más de 200 metros de distancia. Uno de los afectados, declaró a la prensa. “Salimos disparados de la cama y vimos cómo una gran bola de fuego arrastraba solo el techo de mi casa… Creo que fue cosa del otro mundo”.

Si bien algunas teorías apuntan a trombas o rayos globulares como explicación, los testigos y ufólogos insisten en que estos fenómenos no pueden justificar la magnitud y naturaleza de los efectos observados. En ambas ocasiones, el patrón es similar: luces intensas, fuerza descomunal, alteraciones físicas inexplicables y efectos térmicos localizados.

Para muchos investigadores del fenómeno OVNI, como Riffo, el caso de “Las Casas Voladoras” representa un Encuentro Cercano del Segundo Tipo: presencia de un objeto volador no identificado con evidencia física concreta.

Una zona “caliente” para la ufología

En 2005, el equipo de Ovnivisión regresó al lugar y recogió nuevos testimonios de vecinos que aseguran haber tenido experiencias similares. “Es una zona muy activa. El caso de la familia no es único y creemos que aún hay mucho por descubrir”, concluyó Riffo.

Hoy, cuando se conmemora un nuevo aniversario del Incidente Roswell, el sur de Chile también aporta su cuota al misterio universal de los objetos voladores no identificados. Casos como el de María Dolores siguen sin explicación racional, recordándonos que, en pleno siglo XXI, aún hay fenómenos que escapan a nuestra comprensión.

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