Reloj en Los Ángeles | El Contraste

A solo pasos de la Municipalidad, Carabineros y otros edificios públicos, se encuentra un reloj que literalmente está detenido en el tiempo en la comuna de Los Ángeles. De un momento a otro dejó de funcionar, y con esto, una curiosa historia que sigue retumbando en la memoria de los ciudadanos.

En la esquina de las calles Caupolicán con Colón pasa actualmente muy desapercibida una reliquia histórica en la capital provincial del Biobío. Solo algunos pocos han notado su presencia, mientras que otros no le toman atención, aunque sí la pregunta que muchos se hacen es: ¿cuál era su origen?

Se trata de un reloj que se encuentra detenido, casi en las 05:40 o en las 17:40 horas, un dato que es muy difícil de saber, con un color ya roído por la lluvia, el frío, el óxido y el sol. Pero mantiene su marca en lo alto: “Seiko”; y con sus manillas y marcas que mostraban la hora correspondiente con ocho puntos negros y cuatro líneas verticales y horizontales.

Una historia de recuerdo del reloj

Según lo explicado por el periodista y conocedor de la historia de Los Ángeles, Juvenal Rivera, este dispositivo estuvo en aquella época donde la tecnología aún no llegaba a todos los hogares. Ante esto, y para poder saber la hora, existían muchos dispositivos similares en diferentes puntos de la ciudad, como por ejemplo en Colón con Lautaro, otro cerca de Colón con Colo Colo y en el frontis del Edificio España, muy cerca de Rengo, los cuales estaban asociados a marcas comerciales.

A esto se suma una placa que existió, y que aporta antecedentes importantes de este recuerdo de la historia local, donde se puede leer: “Donación de Hattori Seiko Co. Ltd. Tokyo, Japón, a través de la importadora Renis S.A.C., a la ciudadanía chilena”. Finalizando con la fecha: “Marzo de 1986”.

Han sido 39 años desde que se instaló, y a pesar de los cambios históricos, las modernizaciones, los avances viales, este reloj sigue en pie. Pero sin funcionar. Aunque en su tiempo el encargado de su mantenimiento era un trabajador municipal, este se jubiló y lamentablemente nadie más se hizo cargo.

Esta es una historia que sigue en nuestras mentes, de quienes llegan a esa esquina para cruzar a la Plaza de Armas. Quedando en el recuerdo cuando, ante la falta de dispositivos, siempre había un reloj para saber la hora. Como un reflejo vivo de que, cuando algo no se cuida, queda literalmente abandonado.

Fotografía Juvenal Rivera

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